Una apariencia diferente

Vilma miró por la ventana cuando oyó que alguien tocaba el timbre.  Doménica estaba de pie frente a la puerta.  “¡Qué bien!”, pensó Vilma.  “¡Doménica regresó!  El verano estuvo tan aburrido sin ella”.  La niña fue corriendo a la puerta, pero se detuvo de golpe y se quedó quieta.

Mamá salió de la cocina justo a tiempo para ver cómo Vilma se quitaba los anteojos, los ponía en la mesa del pasillo y nuevamente se dirigía hacia la puerta.  “¡Espera!”, exclamó su madre.  “Ponte los anteojos, hija.  Sabes que debes utilizarlos todo el tiempo”.  Vilma había empezado a usar anteojos unas semanas atrás, y todavía no le gustaba usarlos.

“Pero Doménica no sabe que los tengo, mamá”, se quejó la niña.  “Ahora me veo tan rara”.

“No te ves rara”, aseguró su madre.  “¿Recuerdas la historia bíblica sobre Zaqueo?  Él era muy bajito y la gente probablemente se burlaba de él por eso.  Pero cuando Jesús encontró a Zaqueo trepado en un árbol, quería ser su amigo.  Lo que le importaba a Jesús era el corazón de Zaqueo, no su apariencia.  Estoy segura de que Doménica piensa igual.  Ella verá tus anteojos, pero su amistad es lo que le importa”.  La madre sonrió a Vilma.  “Además, muchos niños usan lentes, y los que no los usan quisieran utilizarlos porque se ven tan geniales”, agregó con un guiño.

“Oh, mamá”, balbuceó Vilma, sonriendo de mala gana.

“¿Seguirías siendo amiga de Doménica si ella tuviera anteojos?”, le preguntó la madre. 

“Por supuesto”, respondió Vilma, “pero ella no los usa”.

“Bueno, estoy segura de que ella haría lo mismo”, afirmó mamá.  “Y sin importar lo que piense Doménica, sé lo que Jesús piensa de ti.  Él te creó, te ama y te hizo Su amiga, al igual que Zaqueo”.

Vilma suspiró justo en el momento en que el timbre sonó nuevamente.  La niña tomó sus anteojos y se los puso.  “Está bien”, indicó.  “La dejaré entrar”.

“Muy bien”, señaló mamá mientras la niña se acercaba a la puerta.  “Estoy segura de que ella se pregunta por qué te estás tardando tanto”.

Vilma abrió la puerta.  Ahí estaba Doménica, con una sonrisa metálica y brillante.  “¡Frenillos!”, expresó la niña, sorprendida.

“¡Anteojos!”, exclamó Doménica.

Ambas niñas empezaron a reír.  —  DORIS J. SCHUCHARD

JESÚS TE AMA TAL Y COMO ERES

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 139:14

TE DARÉ GRACIAS, PORQUE ASOMBROSA Y MARAVILLOSAMENTE HE SIDO HECHO.

¿Necesitas anteojos?  ¿Frenillos en tus dientes?  ¿Un apoyo para la columna?  ¿Silla de ruedas?  Esas cosas no son tu esencia, solo son herramientas que te ayudan.  Pero quizá desearías tener más estatura o que tu cabello fuera de un color diferente.  Recuerda que Dios te creó y te ama tal como eres.  Al igual que Jesús, los verdaderos amigos no basan la amistad en las apariencias.  Ellos te aman tal por quién eres.

Clave de Hoy
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