Miedo a las tormentas

El perro de Manuela frotó su nariz en la mano de la niña, ansioso y llorando. Manuela cerró su libro de historia y miró hacia abajo.

—¿Qué pasa, Firulais? —preguntó, a pesar de que sabía que su mascota no podía contestar. Entonces escuchó truenos que retumbaban en la distancia.

Firulais subió las orejas y volvió a llorar. Manuela miró por la ventana y vio cómo las nubes negras se amontonaban en las alturas mientras la lluvia comenzaba a golpear contra el cristal. Un relámpago iluminó el cielo. La niña se agachó para acariciar la cabeza de su perro.

—No pasa nada —le dijo—. Es solo una tormenta. Estás a salvo aquí adentro —Firulais volvió a llorar y Manuela suspiró. Necesitaba estudiar para un examen importante que tenía al día siguiente. Su corazón empezó a latir más rápidamente con solo pensarlo—. Por favor, Firulais, vas a estar bien.

La niña tomó su libro otra vez; de los nervios, sentía náuseas. Siempre le había costado recordar todas las fechas y lugares, entonces entraba en pánico, lo cual hacía que fuera más difícil pensar. Esperaba no olvidar todo lo que había estudiado.

Su madre entró en la habitación.

—¿Qué pasa, hija?

Manuela suspiró otra vez.

—Firulais tiene miedo de la tormenta, pero yo necesito terminar mi tarea.

Mamá asintió.

—Firulais siempre les ha tenido miedo a las tormentas —ella pensó por un minuto—. ¿Qué cosas te dan miedo a ti, hija?

Manuela levantó la mirada, sorprendida.

—Me dan miedo las alturas. ¿Recuerdas cuando papá quería que bajara por ese tobogán acuático, pero ni siquiera podía subir por la escalera? —ella hizo una pausa—. Y a veces tengo miedo de los exámenes. Me preocupa no recordar todo y sacar una mala calificación.

—Entonces, ¿a quién buscas para pedir ayuda? —preguntó su madre.

—Bueno, a veces a ti y a papá. Ustedes me ayudan a estudiar.

—Y eso es bueno. Pero hay alguien más a quien puedes acudir —mamá se agachó y acarició la cabeza de Firulais—. ¿No te parece interesante que Firulais sepa cómo venir a ti para buscar consuelo? Así es como Jesús quiere que pensemos en Él. El Señor quiere ser nuestra primera opción para buscar paz y consuelo. Cuando acudimos a Él con nuestros temores, Él nos consuela y nos recuerda que tiene el control, que siempre nos amará y estará con nosotros, pase lo que pase.

—Así que, como estoy preocupada por mi examen, ¿debería orar por eso? —preguntó Manuela.

Mamá asintió.

—Me parece una excelente idea.

Abigail Singrey

ORA POR TUS PROBLEMAS

VERSÍCULO CLAVE: 1 Pedro 5:7 (NTV)

PONGAN TODAS SUS PREOCUPACIONES Y ANSIEDADES EN LAS MANOS DE DIOS, PORQUE ÉL CUIDA DE USTEDES.

¿Qué te da miedo? ¿Las arañas, la oscuridad o conocer niños nuevos en la escuela o la iglesia? Quizá te congeles por el temor, o quizá sientas algo raro en el estómago. Cualquier preocupación que tengas puedes llevarla delante de Jesús. Él no creerá que sean cosas ridículas. Cuando oramos a Dios de cualquier cosa que nos esté molestando, Él calmará nuestras preocupaciones y nos mostrará que está con nosotros.