El castillo de arena

Cecilia formo un enorme castillo de arena en la playa y trató de hacerlo como los castillos que veía en las películas. Hizo torres altas y cavó un foso profundo a su alrededor. Entonces notó que las olas del océano se acercaban cada vez más.

—¡Papá, ayúdame! ¡El agua va a arrasar con mi castillo!

Su padre negó con la cabeza.

—No sirve de nada. La marea está subiendo y las olas se volverán más altas, no van a bajar.

Cecilia no quería creerlo. La niña cavó una zanja ancha alrededor de su castillo y construyó una barrera de arena para protegerlo. Pero pocos minutos después el agua destruyó la barrera y llenó la zanja. Las olas salpicaban el castillo y empezaron a destruirlo.

—Me tomó tanto tiempo construirlo —se quejó Cecilia—, ¡y ahora ya no existe!

—Bueno, alégrate porque solo es arena —le dijo su hermana, Ámbar—. A veces las personas pierden casas reales en incendios y tormentas, ¿verdad, papá?

Su padre asintió.

—Cuando era joven, la casa en la que vivía con mis padres quedó muy dañada después de una tormenta y perdí muchas posesiones personales. Fue muy difícil, pero también me ayudó a aprender una verdad importante.

—¿Cuál verdad? —preguntó Cecilia.

—Que todas las posesiones terrenales se parecen mucho a ese castillo de arena —explicó papá—. No duran mucho. Me di cuenta de que hay algo mucho más importante que las cosas terrenales, y cualquiera que lo tenga no lo perderá nunca. ¿Sabes de qué estoy hablando?

—Yo sé —contestó Ámbar—. Es Jesús, ¿verdad?

—¡Sí! —afirmó su padre—. Él nos salva y nos da vida eterna, y ese regalo durará para siempre. En lugar de enfocarnos tanto en los tesoros terrenales, deberíamos acumular tesoros en el cielo.

—¿Cómo hacemos eso? —preguntó Ámbar.

—Bueno —respondió papá—, lo más importante es confiar en Jesús como nuestro Salvador; Él es el único que puede salvarnos y darnos vida eterna. Después, mientras el Señor trabaja en nuestros corazones y nos enseña a vivir como hijos de Dios, empezaremos a preocuparnos más por lo que Él desea más que de lo que nosotros u otras personas quieran. Las cosas que hacemos para servir a Jesús, y las cosas a las que renunciemos para cumplirlo, nos permitirán acumular un tesoro en el cielo.

DARYL B. KNAUER

CONSTRUYE UN TESORO QUE PERDURE

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 6:20

ACUMULEN TESOROS EN EL CIELO.

¿Dónde estás guardando tu tesoro, en la tierra o en el cielo? Es fácil ir detrás de todas las cosas que este mundo puede ofrecerte, pero estas no perduran; no te las puedes llevar cuando mueras. Pero Jesús nos ofrece vida eterna con Él, ¡y ese tesoro dura para siempre! Construye un tesoro verdadero al confiar en Jesús y compartir Su amor con los demás. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).