Un regalo muy bueno

Kiara quería un ave como mascota, un guacamayo de alas verdes al que podría entrenar y enseñarle a hablar. Oraba por eso todas las noches.

Mamá y papá siempre le decían que no.

—Los guacamayos requieren mucho trabajo —afirmaban—. Y espacio.

Kiara solo quería un regalo. ¿Por qué no le escuchaban? ¿Por qué Dios no respondía sus oraciones? Una mañana, el padre tocó a la puerta de su hija.

—¡Despierta! Hoy iremos a un lugar especial.

Kiara se levantó de un brinco de la cama. Después del desayuno, se subieron en el automóvil. El corazón de Kiara se fue al piso cuando pasaron por la tienda de mascotas.

—¿No me van a dar un guacamayo?

—No —contestó papá—. No creemos que esa sea la mejor decisión.

La niña empezó a parpadear rápidamente para que no se le salieron las lágrimas.

—¡Ya llegamos! —avisó su madre.

Salieron del automóvil y pasaron debajo de un arco que tenía escrito la palabra Aviario. Kiara ahogó un grito. Había un pasillo entre varios recintos grades, cercados de arriba abajo. Cada recinto tenía su propio letrero… y su propio tipo de ave. ¡El aviario era un zoológico de aves!

—¿Tienen un guacamayo de alas verdes? —preguntó la niña.

—Claro que sí —respondió mamá.

Kiara corrió al recinto de los guacamayos. Ella leyó el letrero y aprendió que los guacamayos solían vivir en una casa, pero, cuando su dueño no pudo cuidar de ellos, el aviario los acogió.

—Probablemente estén más felices aquí —comentó Kiara—. Tienen más espacio y muchos visitantes.

Su madre y su padre asintieron.

—Pensamos que te gustaría venir acá —indicó papá—. Si quieres, podemos sacar una membresía. Así podremos venir varias veces al mes. ¿Qué te parece?

—¡Sí, por favor! —Kiara sonrió y haló a sus padres para que se dieran un abrazo familiar.

Al observar a los guacamayos, Kiara pensó en cómo su mamá y su papá no siempre le daban los regalos que pedía, al igual que Dios. La niña recordó la historia de la Pascua, de cómo Jesús murió y Sus amigos estaban tristes porque creían que nunca lo volverían a ver. Pero el que Jesús muriera y resucitara era el mejor de todos los regalos. «Supongo que no siempre sabemos lo que necesitamos», pensó Kiara. «Pero Dios sin duda sabe cómo dar buenos regalos». Ella sonrió. «Gracias, Dios, por responder mi oración».

BECCA WIERWILLE

DIOS DA BUENOS REGALOS

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 7:11 (NVI)

SI USTEDES, AUN SIENDO MALOS, SABEN DAR COSAS BUENAS A SUS HIJOS, ¡CUÁNTO MÁS SU PADRE QUE ESTÁ EN LOS CIELOS DARÁ COSAS BUENAS A LOS QUE LE PIDAN!

¿Alguna vez has sentido que Dios no respondió tu oración como querías? Dios desea que hablemos con Él. Quiere que le contemos cuáles son nuestros anhelos. Pero el Señor no siempre nos da lo que pedimos. A veces, Él tiene algo mejor en mente, como cuando envió a Jesús a morir por nosotros, para que podamos disfrutar Su amor para siempre. Disfruta los buenos regalos que Dios te da, aun cuando sean inesperados.

Clave de Hoy
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