Un caso de envidia

—¡La casa de Anita es enorme! ¿Viste su habitación? —le preguntó Reyna a su hermana cuando llegaron a su hogar, después de visitar a su nueva amiga.

—¿Y qué me dices de su sótano? —comentó Lili—. Tienen una televisión enorme con cientos de películas y videojuegos.

—El patio también era increíble —opinó Reyna—. Me da tanta envidia su piscina.

—Quisiera que tuviéramos una casa así de genial —expresó Lili—. ¡Nunca saldría de ahí!

Reyna asintió y suspiró al mirar a su alrededor, en la pequeña sala de su casa. Su televisión no era ni un cuarto del tamaño de la que Anita tenía en su sótano.

—No es justo.

Lili hizo una mueca.

—Ni siquiera tenemos una habitación para nosotras solas.

Su madre entró en la sala y miró a las niñas, confundidas.

—Las dos no se ven muy felices. ¿La pasaron bien en la casa de Anita?

—La pasamos genial —dijo Reyna mientras se acurrucaba en el sillón.

Lili suspiró.

—Pero ahora hemos vuelto a la realidad.

Mamá levantó una ceja.

—¿Qué significa eso?

—Nuestra casa no es tan linda como la de Anita. No tenemos nada divertido para hacer aquí —declaró Lili.

—Nada —afirmó Reyna.

Su madre negó con la cabeza.

—Esta mañana ustedes estaban felices con el columpio del patio trasero. Tienen mucho que hacer aquí. Lo que pasa es que tienen un caso de envidia, lo cual puede ser realmente desalentador.

Reyna se sentó derecha en el sillón.

—La Biblia nos dice que no tengamos envidia.

Mamá asintió.

—Muchas veces es fácil que pensemos que seríamos más felices con lo que tiene otra persona cuando, en realidad, la envidia daña nuestras relaciones y nos hace olvidar cuánto tenemos. La Biblia nos advierte sobre la envidia porque Dios sabe que las cosas que poseemos nunca nos van a satisfacer. Solo hay una manera de tener verdadero gozo y contentamiento. ¿Saben cuál es?

—¿Es Jesús? —preguntó Lili.

—¡Sí! —exclamó mamá—. Cuando buscamos al Señor para encontrar gozo y satisfacción, y estamos agradecidas por las cosas que Él nos ha dado, a pesar de que sean diferentes a las que tienen otras personas, podemos estar contentas en cualquier situación. Las cosas que poseemos son temporales, ¡pero el amor, el gozo y la paz que tenemos en Jesús perduran para siempre!

Reyna miró a su hermana.

—Vamos —indicó—. Vayamos a jugar en el patio trasero.

Lili sonrió.

—¡Deberíamos invitar a Anita para que juegue con nuestro columpio!

BETHANY ACKER

TEN CONTENTAMIENTO, NO ENVIDIA

VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 13:5 (NVI)

MANTÉNGANSE LIBRES DEL AMOR AL DINERO Y CONTÉNTENSE CON LO QUE TIENEN, PORQUE DIOS HA DICHO: «NUNCA LOS DEJARÉ; JAMÁS LOS ABANDONARÉ».

¿Tienes envidia de alguien? ¿Quisieras tener algo que la otra persona tiene? Si conoces a Jesús, ya tienes lo único que te puede dar verdadero contentamiento: la vida eterna con Él. Las cosas materiales son buenas y deberíamos estar agradecidos por lo que Dios nos ha dado, pero las bendiciones que perduran solo se encuentran en Jesús. Cuando buscamos al Señor para encontrar el gozo, en lugar de mirar lo que otros tienen, podemos sentir contentamiento en lugar de envidia.

Clave de Hoy
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