Un amor más profundo

Las lágrimas bajaban por las mejillas de Micaela mientras su padre se alejaba en su automóvil. Ella se soltó de su madre y corrió por la calle. Oyó que su mamá llamaba su nombre, pero ella corrió más rápido. ¡Era el peor día de su vida!

Esa mañana, su madre y su padre se habían sentado en lados opuestos del sillón y con voz calmada le dijeron las palabras que destrozaron su mundo.

—Todavía te amamos, hija. Es solo que ya no podemos vivir juntos.

Esas palabras perforaron su corazón. Micaela finalmente dejó de correr y se sentó en uno de los columpios en el parque del vecindario. Ya no podía llorar más; se sentía vacía.

Con el pasar de las semanas, la vida de Micaela cayó en un nuevo hábito. Después de la escuela, ella y su madre cocinaban la cena y pasaban juntas la tarde. Los viernes, su padre la recogía de la escuela y se iba a su apartamento para pasar ahí el fin de semana. Se divertían, pero no era lo mismo que vivir con él en casa.

Un viernes, el padre de Micaela llamó a decir que no podría ir. Después de eso, papá venía a veces y otras veces no venía. Cuando le contó que iba a tener una nueva familia, que se iba a casar y que ella tendría nuevos hermanastros, ella no estaba segura de que seguiría encajando con su padre.

Unas semanas más tarde, Micaela aceptó ir a la iglesia con la señora Manríquez, que vivía en la casa de al lado. La lección fue sobre el amor de Dios. La niña escuchó cuando el pastor hablaba. «El amor viene y se va», pensó Micaela. «Un día somos una familia y al día siguiente una está perdida en medio de la nada». Las lágrimas empezaron a acumularse y, cuando el sermón hubo terminado y todos se levantaron para salir, ella se quedó en su asiento.

—¿Qué pasa, Micaela? —le preguntó la señora Manríquez.

—El amor no es como lo explicó el pastor —contestó Micaela—. Papá ya no nos ama así.

—El amor de Dios no es como el amor humano —le aseguró la señora Manríquez con gentileza—. Dios ama a Sus hijos de manera perfecta, y nada puede separarlos de Su amor. Además, el Señor estará ahí para ellos, pase lo que pase.

—¿Está segura? —preguntó Micaela. «Sería maravilloso ser amada así», pensó.

—Sí —afirmó la señora Manríquez—. ¿Qué tal si tú y tu madre vienen a almorzar para hablar más sobre esto?

SUZIE ELLER

EL AMOR DE DIOS NO CAMBIA

VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 8:39 (NTV)

NADA EN TODA LA CREACIÓN PODRÁ JAMÁS SEPARARNOS DEL AMOR DE DIOS, QUE ESTÁ REVELADO EN CRISTO JESÚS NUESTRO SEÑOR.

¿Alguna vez te han decepcionado tu familia o tus amigos? Dios nunca te fallará. Él te ama más profundamente que tus amigos y los miembros de tu familia, incluso que tus padres. Él te ama tanto que envió a Su Hijo, Jesús, a morir por ti. Su amor nunca cambia. Confía en Jesús hoy mismo, para que puedas conocer su amor que nunca falla. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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