¡Tú puedes!

“¡No puedo memorizar estos versículos!”, gruño Carlos antes de arrojar sus papeles en la mesa.  “Es imposible, entonces, ¿por qué debo seguir intentando?”

“Estoy segura de que puedes hacerlo”, afirmó su mamá con gentileza.  “Sé que es difícil, pero vale la pena el tiempo y el esfuerzo.  No solo ganarás una beca para el campamento vacacional, sino porque también aprenderás más sobre Jesús y estarás guardando Su Palabra en tu corazón y tu mente”.

“Sí, ya sé”, respondió Carlos, “¡pero no puedo!”

“Bueno, tal vez pueda ayudarte después de la cena”, le ofreció su madre.  “Si estudiamos lo que cada versículo significa, puede que sea más fácil que los memorices”.

A Carlos le pareció bien la idea de posponer el tiempo de estudio.  Guardó su Biblia y se fue a ver caricaturas con su hermana.

Carlos y Marcia vieron televisión juntos por unos minutos, pero en poco tiempo hubo un corte comercial.  Cuando fueron a la cocina para buscar un bocadillo, el niño recitó la publicidad al mismo tiempo que el locutor del comercial, imitando los tonos y el entusiasmo que expresaba el anunciante.  Marcia rio.  “Deberías conseguir un trabajo como locutor publicitario”, le sugirió a su hermano.  “No te faltó ni una sola palabra”.

“¡Qué asombroso!”, exclamó su madre.  “Te aprendiste todo el comercial, ¡palabra por palabra!”

Carlos sonrió.  “Bueno, lo he oído tantas veces.  Ese comercial sale a cada rato.  No es raro que me lo sepa”.

“Qué interesante”, opinó mamá.  “Te memorizaste algo de la televisión que no significa nada para ti, pero dices que no pues aprender de memoria los versículos de la Biblia que te hablan del gran amor de Dios por ti y cómo vivir como Su hijo”.

“Quizá no has oído los versículos bíblicos las veces suficientes”, comentó Marcia.  “Probablemente tengas que repasarlos más”.

Carlos se quedó perplejo.  No había pensado en eso.

“Creo que tu hermana tiene razón”, aseguró la madre.  “Si repasas esos versículos tantas veces como has escuchado ese comercial, vas a poder memorizarlos también”.

“Claro que podrás”, le animó Marcia.  “Vamos, Carlos.  Vamos a ver las caricaturas y, cada vez que salta un comercial, quitaremos el volumen de la televisión y repasaremos uno de tus versículos.  ¿Trato hecho?”

“¡Trato hecho!”, señaló Carlos.  “Voy a traer mi lista.  Ya regreso”.  —  LINDA M. WEDDLE

MEMORIZA VERSÍCULOS DE LA BIBLIA

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:11

EN MI CORAZÓN HE ATESORADO TU PALABRA, PARA NO PECAR CONTRA TI.

¿Te cuesta memorizar versículos de la Biblia?  ¿Podría ser porque no los repasas suficientes veces?  Si no entiendes lo que significan, pide ayuda a tu mamá, a tu papá o a algún maestro.  Luego repasa una y otra vez los versículos que estás aprendiendo.  Hazlos parte de tus pensamientos y úsalos para recordar el amor de Jesús por ti y cómo Él te salvó del pecado.  ¡Guardar la Palabra de Dios en tu corazón es algo que sí puedes hacer!

Clave de Hoy
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