Sombras

La farola frente a la casa de la abuela brillaba a través de las ramas sin hojas de un árbol que estaba afuera de la ventana y producía unas sombras escalofriantes en la cama de Mireya.  Mientras el viento estremecía las ramas, las negras sombras torcidas avanzaban por las cobijas.  “Se ven como dientes enormes y negros”, pensó Mireya, aterrorizada.  La niña tragó en seco.  “Me hubiera gustado traer la linterna de mi casa.  El ambiente parece más seguro cuando no está tan oscuro”.

Con las sombras se oían ruidos.  Un leve gemido entró en la habitación y parecía ubicarse justo al lado de Mireya.  La niña creyó haber escuchado un chasquido debajo de su cama.  Acostada entre las sombras, Mireya se estremeció.  “¡Suena  como una boca gigante que se cierra de golpe!”  Entonces subió las cobijas hasta su quijada y cerró los ojos con fuerza.  “No.  Tengo que mantener mis ojos abiertos”, decidió.  “¡Tengo que estar lista para saltar de la cama!”  Las sombras temblaron.  “Señor Jesús”, susurró Mireya, “¡tengo mucho miedo!  No quiero llamar a mi abuela porque sé que solo son sombras y ruidos y es absurdo que tenga miedo.  Por favor, ayúdame a no sentir más temor”.

Como si fuera una respuesta a su oración, Mireya recordó una historia bíblica que había aprendido en la iglesia, una historia acerca de un momento en que los discípulos de Jesús tuvieron miedo.  Una vez, cuando estos hombres se embarcaron en un pequeño bote, el viento empezó a rugir desde un cielo salvaje, mientras las olas chocaban con el barco.  “¿Se pueden imaginar cómo los discípulos remaban para salvar sus vidas?  ¿Cómo trataban de sacar el agua, aunque era más lo que entraba que lo que salía?”, preguntó su maestra.  Mientras Mireya reflexionaba en esto, sabía que, al igual que ella, los discípulos estuvieron aterrorizados.  Entonces recordó lo que sucedió después.  Jesús había estado dormido, pero los discípulos lo despertaron.  El Señor dijo: “¡Cálmate, sosiégate!”, y el viento y el mal se calmaron.  La niña recordó que Jesús no solo gobernaba el viento y las olas, sino que Él es Señor sobre todas las cosas.  “Incluso eres Señor sobre las sombras y los ruidos que asustan”, susurró.

Después de eso, los ruidos ya no parecían colmillos y las sombras se veían como eso, como sombras nada más.  Al recordar cuán fuerte es Jesús y cómo Él se preocupa por ella, Mireya se tranquilizó.  Confiando en que Él la mantendría a salvo, se durmió.  —  LISA A. BAIRD

DIOS CONTROLA TODO

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 4:8

EN PAZ ME ACOSTARÉ Y ASÍ TAMBIÉN DORMIRÉ, PORQUE SÓLO TÚ, SEÑOR, ME HACES VIVIR SEGURO.

¿Tienes miedo de la oscuridad, de las sombras o de los ruidos por la noche?  ¿Tienes miedo de los perros, las serpientes o las arañas?  ¿Te ponen nervioso los truenos y los relámpagos?  Sea lo que sea que te asuste, recuerda que Jesús creó todo y Él tiene control de todas las cosas.  Confía en Él cuando sientas temor.  Dale gracias a Dios porque siempre está contigo y por cuidar de ti.

Clave de Hoy
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