Seguros en Jesús

El trueno resonó con fuerza mientras Carolina se escondía debajo de la cobija que estaba sobre el sillón de la sala.  La niña espió por los agujeros de la manta de croché para ver el torrencial aguacero fuera de la ventana.  Mientras ella se cubría las orejas del sonido de la tormenta, recordó que al día siguiente tenía su cirugía de los oídos.  Una lágrima enorme bajó por su mejilla mientras su estómago se hacía nudos.

“¿Carolina?”, le llamó su abuela desde la cocina.  “¿Estás en la sala?”

“Ajá”, contestó la niña con un gemido asustado.

La anciana se inclinó  por encima del sillón y encontró a Carolina acurrucada debajo de la cobija azul.  “Oh, hijita”, le consoló su abuela mientras levantaba la colcha.  “¿Tienes miedo de la tormenta?”

“Sí.  Y…”  La niña sostenía sus orejas con fuerza.  “Y…”

Su abuela entendió la indirecta.  “¿Y tu cirugía de los oídos mañana?”  Carolina asintió.  La anciana miró los ojos cafés de la niña y cambió de tema.  “¿Qué te parece si vamos a jugar afuera un ratito?”

“¿Qué?  Abuelita, afuera están cayendo relámpagos.  ¡No es seguro!”

“Entonces, ¿deberíamos quedarnos aquí adentro, donde estamos seguras?”

“¡Claro!”  Carolina no comprendía del todo qué pretendía su abuela con esto. 

La anciana sonrió.  “Hijita, nuestra casa es un lugar seguro para esta terrible tempestad.  Mañana tendrás que afrontar otra tormenta en tu vida: tu cirugía de los oídos.  Te entiendo, las cirugías pueden darnos miedo.  Pero no tiene que ser así, porque conoces el lugar más seguro de todos”.

“¿El hospital?”, preguntó Carolina.

“Bueno, los hospitales son lugares seguros.  ¡Pero no es a quién me refiero!  Estoy hablando de Jesús.  La Biblia dice que Él es nuestro refugio, nuestra fortaleza, nuestra torre fuerte, y todas estas expresiones se usan para referirse a los lugares seguros.  Cuando tenemos miedo, podemos correr a Jesús.  Él murió en la cruz y resucitó para darnos vida eterna, y también nos da paz y descanso aquí y ahora, cuando afrontamos situaciones atemorizantes, como las cirugías.  Él te ama, Carolina, y siempre estará contigo”.

La niña miró a su abuela a los ojos y no vio ningún temor.  Carolina quería sentirse igual.  “Gracias, abuela.  Necesitaba estas palabras.  ¿Puedes orar conmigo?”  —  EMILY RUDOLPH

ESTAMOS SEGUROS EN JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 91:2

DIRÉ YO AL SEÑOR: «REFUGIO MÍO Y FORTALEZA MÍA, MI DIOS, EN QUIEN CONFÍO».

¿Hay veces en que se te hace un nudo en el estómago por causa del miedo?  A lo mejor te asuste una cirugía en el futuro o una visita al médico.  O quizá sientas temor de las tormentas o de un examen difícil en la escuela.  Sea lo que sea, elige confiar en Jesús.  Recuerda que, pase lo que pase, Él te ama y siempre está contigo.  Él es tu lugar seguro.

Clave de Hoy
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