Una cadena limpia

“¡Hola, Zacarías!  ¿Estás listo para el paseo?”, preguntó el tío Timoteo mientras su sobrino empujaba una bicicleta montañera por la puerta de su garaje.  “Los senderos están en excelente forma.  Quizá podamos pasar a tomar helados después, para recuperar nuestras fuerzas”.  El tío sonrió.

Zacarías esbozó una débil sonrisa.  “Sí, eso sería genial”.

El tío Timoteo estudió más de cerca a su sobrino.  “¿Pasa algo, Zacarías?  Cuando llamé hace dos días para invitarte a montar bici conmigo, diste un grito de júbilo tan fuerte que despertaste a tu hermanita.  ¿Dónde está tu entusiasmo?”

Zacarías suspiró.  “No puedo dejar de pensar en mi amigo, Aarón.  Está muy enojado conmigo”.

“¿Qué sucedió?”

“Hay un niño nuevo en nuestra clase”.  Zacarías se encogió de hombros.  “Quería que él pensara que soy popular, así que dije algunas cosas de Aarón que lo hacían ver ridículo, pero que me hacían quedar bien a mí.  Aarón no me volvió a hablar el resto del día”.

“Ya veo”, afirmó el tío, pensativo.  “Zacarías, trae tu bicicleta hasta acá”.  Timoteo sujetó la cadena con un aparato de plástico.  “Este es un desengrasante”, explicó, y empezó a girar los pedales hacia adelante.  “Cuando la cadena pasa por ahí, los cepillos y el líquido limpian todos los residuos que se acumulan entre los eslabones.  Tengo que hacer esto regularmente para que mi bicicleta funcione correctamente”.  El tío miró a Zacarías.  “A veces las personas también necesitan una buena limpieza”.

El niño arrastró los pies en el piso de cemento.  “¿Y cómo lo hago?”

“Cuéntale a Jesús lo que hiciste.  Él te salvó del pecado y promete que te perdonará cuando confieses tus ofensas.  No tienes que cargar con esta culpa durante nuestro paseo”.

Zacarías se veía con dudas, pero cerró sus ojos.  “Jesús, metí la pata y dije algunas cosas a Aarón de las que estoy arrepentido.  ¿Me perdonas?”

“Él ya te perdonó”, aseguró el tío Timoteo.  “¿Te sientes mejor?”

El niño sonrió.  “Un poquito”.

“Todavía no has terminado”.  El tío empujó las bicicletas hacia su automóvil y comenzó a asegurarlas en el portabicicletas.  “Pasaremos por la casa de Aarón antes de salir de la ciudad.  Después de pedirle perdón, puedes invitarlo a venir.  Sea cual sea la decisión que él tome, viajarás más ligero porque sabrás que has hecho lo correcto”.  —  MICHELLE ISENHOFF

PIDE PERDÓN A DIOS Y A LAS PERSONAS

VERSÍCULO CLAVE: 1  JUAN 1:9

SI CONFESAMOS NUESTROS PECADOS, ÉL ES FIEL Y JUSTO PARA PERDONARNOS LOS PECADOS Y PARA LIMPIARNOS DE TODA MALDAD.

¿Alguna vez has tenido que pedirle a alguien que te perdone?  Admitir los errores puede ser difícil y no hay garantía de que la personas a la que ofendiste te perdone.  Pero Jesús siempre te perdonará.  Confiésale tus pecados y luego pídele perdón también a la persona que heriste.  Haz tu mejor esfuerzo por enmendar las amistades rotas y deja el resultado en manos de Dios.

Clave de Hoy
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