¡Resucitó!

Mireya ayudó con cuidado a su hermanito a cubrir el malvavisco pegajoso que había puesto en el centro de la masa.  “Tulio, esta masa es como la tumba donde pusieron a Jesús después de morir en la cruz”.

Los ojos de Tulio se abrieron de la sorpresa mientras se metía otro malvavisco en su boca.  “¿Por qué el malvavisco va en la tumba?”

Mireya rio.  “¡El malvavisco es Jesús, bobito!”

Tulio tragó con esfuerzo y se dio palmaditas en el estómago.  “¡Lo siento, Jesús!”, susurró.

Su hermana sonrió.  “Está bien, vamos a hacer muchos más.  ¡Solo espera hasta mañana, para que veas lo que pasará con nuestro malvavisco Jesús!”  Los terminaron de meter los malvaviscos en las bolsitas de masa y su madre las metió en el horno.

Después de la iglesia, el Domingo de Resurrección, los niños corrieron emocionados a la mesa para cenar.  Mamá había puesto los panecillos en el centro de la mesa.  Tulio se inclinó y los olfateó.  “Qué delicia, ¡me muero por probar los hojaldres con canela y malvaviscos!”  El niño se relamió los labios.

“¡Y descubrir qué pasó con Jesús!”, le recordó mamá con un guiño.

Después de orar por los alimentos, Mireya llamó a todos para que tomaran un panecillo.   “¡Mordamos todos postres a la cuenta de tres!  ¡Uno, dos, tres!”

Tulio gritó de la emoción.  “¿A dónde se fue el malvavisco?”

“¡Jesús no está aquí!  ¡Resucitó!”, exclamó Mireya alegremente.

“¡Guau!  ¡Qué buen truco!”  Tulio aplaudía emocionado.

El abuelo dio unas palmaditas en el hombro de Tulio.  “El malvavisco desaparece con el calor del hombro, hijito… ¡así como Jesús no se quedó en la tumba, sino que resucitó!  Por eso estos postres se llaman panecillos de resurrección”.

Los ojos de su abuela brillaron.  “Jesús dio Su vida por todos nosotros en la cruz.  Necesitábamos que alguien perfecto nos salvara de todas las cosas malas que hacemos, porque nunca podríamos ser lo suficientemente buenos para salvarnos a nosotros mismos.  Por eso Dios envió a Su Hijo para morir por nuestros pecados.  Hubiera sido triste si la historia hubiese terminado ahí, ¡pero no!  Tres días después que pusieron a Jesús en la tumba, Él resucitó de entre los muertos.  Conquistó a la muerte misma, ¡y está vivo!”

“Y debido a que está vivo, quienes confían en Él resucitarán también algún día y vivirán con Jesús para siempre”, explicó su padre.  “De eso se trata la Pascua”.  —  SAVANNAH COLEMAN

¡JESÚS ESTÁ VIVO!

VERSÍCULO CLAVE: MATEO 28:6

NO ESTÁ AQUÍ, PORQUE HA RESUCITADO, TAL COMO ÉL DIJO. VENGAN, VEAN EL LUGAR DONDE ESTABA PUESTO.

¿Has aceptado el regalo de amor que Dios ofrece a través de Su Hijo, Jesús?  Cualquiera que confía en Él recibe perdón de todos los pecados que haya cometido y tendrá vida eterna con Él.  Una vez que le pertenecemos a Jesús, nada puede separarnos de Él, ni siquiera la muerte.  Jesús está vivo y, si confías en Él como tu Salvador, ¡vivirás con Él para siempre!  (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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