Practica, practica

“¡No oigo nada de música!”, gritó la madre desde la cocina.  “Solo tocaste por diez minutos.  ¡Te faltan otros diez!”

“Pero, mamá”, se quejó Pedro, “he tocado todas las canciones”.

Su madre entró en la sala.  “Entonces toca otra vez cada una de las canciones, y otra vez, y otra vez, si tienes tiempo.  Prometiste que, si te dejábamos unirte a la banda, practicarías 20 minutos todos los días, sin discusiones”.

“Pero nunca mejoro”, refunfuñó Pedro mientras levantaba su trompeta.  “¡Sigue sonando terrible!”

“Pedro”, le dijo mamá, “algunas cosas requieren mucha práctica para que las podamos hacer bien.  Tocar un instrumento no es fácil.  Se requiere mucho trabajo.  Nada que valga la pena en la vida viene fácilmente”.

El niño suspiró y comenzó a practicar nuevamente.

Esa noche, después de la cena, papá tomó su Biblia y leyó del libro de Filipenses.  “Me parece que recuerdo que ustedes, niños, aprendieron Filipenses 4:4 en la iglesia”, señaló, después de leer el versículo.  Las cabezas hicieron un gesto afirmativo.  “¿Qué dice ahí que debemos hacer?”, preguntó el padre.

“¡Se supone que debemos regocijarnos!”, dijo Crista.  “¡Todo el tiempo!”  La niña frunció el ceño.  “Pero yo no estoy feliz todo el tiempo”.

“Entonces, ¿qué puedes hacer si no estás feliz?”, preguntó papá.  “¿Qué crees tú, Pedro?”

 “Bueno, aquí dice que debemos regocijarnos en el Señor”, dijo Pedro en voz baja, “así que supongo que eso significa que deberíamos recordar cuánto Él nos ama”.

Su padre asintió.  “No siempre podemos estar felices con nuestras circunstancias, pero sin importar qué pase en nuestras vidas, podemos recordar lo que Jesús ha hecho por nosotros y que le pertenecemos a Él.  Siempre tendremos una razón para regocijarnos”.

“Quizá regocijarse se parezca un poquito a tocar la trompeta”, agregó su madre, mirando a Pedro.  “A lo mejor se requiera práctica.  Cuando alguien practica fielmente la ejecución de un instrumento, generalmente se vuelve más fácil con el tiempo.  Si practicamos el regocijarnos, aun cuando no tenemos ganas, creo que también se volverá más fácil”.

“Buen ejemplo”, expresó papá.  “Practiquemos el regocijarnos en Jesús, sin importar cómo sean nuestras circunstancias”.  RAELENE E. PHILLIPS

PRACTICA EL REGOCIJARTE

VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 4:4

REGOCÍJENSE EN EL SEÑOR SIEMPRE. OTRA VEZ LO DIRÉ: ¡REGOCÍJENSE!

¿Siempre tienes gozo?  ¿No?  Bueno…  ¿Usualmente tienes gozo?  ¿O la mayoría del tiempo haces pucheros y te quejas?  Si eres cristiano, siempre puedes encontrar una razón para regocijarte en lo que Jesús ha hecho por ti.  ¡Él murió y resucitó para salvarte del pecado y darte vida eterna!  Dale gracias a Dios por Su maravilloso regalo de la salvación y practica el regocijarte en el Señor todos los días.

Clave de Hoy
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