Pequeñas semillas

Gema y sus primas estaban pasando el día en la casa de su abuelo.

—¿Nos puedes medir, abuelito? —preguntó Alex—. Quiero saber qué tan alto soy.

—Muy bien —el abuelo los siguió a la pared donde los había medido desde que eran bebés. Él hizo una marca en la pared para cada uno de los niños; a su lado escribió y su nombre y la fecha.

—¡Soy el más alto! —exclamó Alex.

—¡Gema, no eres tan alta como yo era cuando tenía nueve, y tienes diez! —le dijo Alegría.

—Gema es una enana —declaró Alex con una sonrisa.

Las mejillas de Gema se pusieron calientes. Detestaba que se burlaran de ella por su tamaño.

—¡Ya fue suficiente! —indicó el abuelo—. Vengan conmigo —el anciano guio a los primos al cobertizo de su jardín—. Extiendan sus manos.

El abuelo puso una semilla blanca y grande en la mano de Alex, una semilla amarilla más pequeña en la mano de Alegría y una semilla negra diminuto en la mano de Gema.

«Por supuesto que a mí me toca la semilla más chiquitita y la menos importante», pensó Gema. «Así como yo».

El abuelo apuntó hacia un libro abierto sobre jardinería.

—Alex, cuéntanos de tu semilla.

—Mi semilla es un frijol ancho —explicó Alex después de ver la información del libro—. Crece para convertirse en una planta que mide entre cuarenta centímetros y dos metros de altura —el niño miró la semilla que tenía en su mano—. ¡Esta semilla es pequeñita como para hacerse tan grande!

—Déjame ver la mía —pidió Alegría, empujando a Alex a un lado—. Mi semilla es maíz. Las plantas crecen hasta medir entre dos y tres metros. ¡Son más grandes que la tuya, Alex!

El niño frunció el ceño.

—¡Pero tu semilla es más pequeña que la mía!

—La mía es una semilla de mostaza —compartió Gema—. Crece hasta convertirse en un árbol que mide 6 metros. Produce un fruto morado y, en algunos lugares, la gente usa las ramas para cepillarse los dientes.

—¡No puede ser! —se quejó Alex—. ¿Todo eso de esa semilla tan diminuta?

—No es el tamaño de la semilla lo que importa —señaló el abuelo—. Lo que importa es para qué creó Dios a esa semilla —él sonrió a los niños—. Lo mismo pasa con nosotros. La Biblia dice que quienes tienen fe en Jesús son una nueva creación. El Señor nos ha hecho personas nuevas y nos ha dado el Espíritu Santo para ayudarnos a hacer las cosas buenas que él quiere que hagamos.

Gina pensé en la diminuta semilla que crecía hasta convertirse en un árbol asombroso. No era poco importante, después de todo.

—Si esta semilla puede convertirse en un árbol —afirmó con una sonrisa—, ¡imaginen lo que yo podré hacer!

TRACEY EAGAN

DIOS TE CREÓ PARA HACER GRANDES COSAS

VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 2:10 (NTV)

PUES SOMOS LA OBRA MAESTRA DE DIOS. ÉL NOS CREÓ DE NUEVO EN CRISTO JESÚS, A FIN DE QUE HAGAMOS LAS COSAS BUENAS QUE PREPARÓ PARA NOSOTROS TIEMPO ATRÁS.

¿Alguna vez has sentido que eres demasiado pequeño para hacer alguna cosa importante? Lo que importa es cuán grande es Dios y para qué te ha creado. Si tienes fe en Jesús, Él te ha dado el Espíritu Santo para que puedas hacer cosas grandes que demuestran a los demás el amor de Dios. Así como una semilla diminuta puede crecer hasta convertirse en un árbol enorme, Dios puede usarte de maneras asombrosas mientras construye Su Reino. Ten contentamiento en el lugar en el que Dios te ha puesto, y confía en que Él te mostrará cómo puedes servirle.

Clave de Hoy
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