Perdido y encontrado

Zacarías corrió frenéticamente por las gradas.

—¿Ha visto alguien al Señor Conejo? —lloriqueó—. ¡No lo encuentro por ningún lado!

—Estoy segura de que anda por ahí, hijo —contestó su madre—. ¿Buscaste en tu armario?

—Sí —respondió Zacarías—. Busqué en mi habitación, en el armario y también en la habitación de Fabiana. ¡No sé dónde podría estar!

—Intenta revisar en la sala, mientras que Fabiana y yo revisaremos las demás habitaciones del piso de abajo —sugirió mamá. Zacarías salió corriendo hacia la sala.

—Pero, mamá —dijo Fabiana—, Zacarías está demasiado grande como para preocuparse por un viejo peluche andrajoso. Es vergonzoso que lleve al Señor Conejo a la escuela con él.

La madre se agachó para buscar bajo la mesa de la cocina.

—Recuerda, hija, que Zacarías encuentra consuelo cuando tiene cosas familiares a su alrededor. Siente ansiedad cuando tiene que ir a la escuela y el solo hecho de saber que el Señor Conejo está en su mochila le ayuda a calmarse.

—Lo entiendo, mamá. Les ayudaré a buscar al Señor Conejo —Fabiana se dirigió a la lavandería—. ¡Lo encontré! —gritó la niña un minuto después—. Estaba escondido en la canasta de la ropa sucia, detrás de unas camisetas de Zacarías.

—¡Oh, gracias! —expresó el niño, antes de abrazar con fuerza al Señor Conejo.

Su madre sonrió.

—Me alegra que hayamos encontrado al Señor Conejo. Es asombroso cuánto gozo sentimos cuando encontramos algo que es importante para nosotros y que estaba perdido. ¿Recuerdan las historias de la oveja y la moneda perdidas en la Biblia?

—Sí —respondió Fabiana—. El pastor buscó por todos lados a la oveja perdida, y cuando la encontró, ¡llamó a todos sus amigos y vecinos para celebrar con una fiesta! Y la mujer hizo lo mismo cuando encontró su moneda perdida.

—Así es —afirmó mamá—. Pero la parte más importante de esas historias es que ilustran cuánto gozo hay en el cielo cuando alguien pone su confianza en Jesús. Y tal como Zacarías no se rindió al buscar al Señor Conejo, Dios nunca se dará por vencido al buscarnos. Jesús vino a la tierra para rescatarnos cuando estábamos perdidos en el pecado, y cuando somos encontrados, Dios se regocija por nosotros.

—Eso me pone muy feliz —aseguró Zacarías—. ¡Y estoy tan feliz de haber encontrado al Señor Conejo!

LORI HAYNIE

DIOS NOS BUSCA Y REGOCIJA POR NOSOTROS

VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 19:10 (NTV)

PUES EL HIJO DEL HOMBRE [JESÚS] VINO A BUSCAR Y A SALVAR A LOS QUE ESTÁN PERDIDOS.

¿Alguna vez has perdido algo muy especial para ti? ¿Cómo te sentiste cuando lo perdiste? ¿Seguiste buscando y buscando hasta que lo encontraste? Recuerda que eres muy especial para Dios. Él te ama y envió a Su Hijo, Jesús, para salvarte y que ya no estés perdido. No importa lo que hayas hecho, el Señor quiere que te acerques a Él. Dios te está buscando. Confía en Jesús para que puedas ser encontrado. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).

Clave de Hoy
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