Manchas de amargura

Meli cerró el teléfono y entró a la sala con sus brazos cruzados y los dientes apretados.  “Era Evelyn”.

La mamá frunció el ceño.  “No sigues enojada con ella, ¿verdad?”

“¡Por supuesto que sí!”, dijo Meli.  “Ella no debió haberse burlado de mí de ese modo.  ¡Lo hizo en frente de todo el mundo y todos se estaban riendo de mí!”

“Yo sé que ella te hirió, Meli, y lo que te hizo estuvo mal.  Pero no puedes dejar que la amargura se encone en tu corazón.  Eso también está mal”.  Mamá se arrodilló para refregar una mancha que había en la alfombra.  “Debes lidiar con tu enojo”.

Meli observaba mientras su madre vigorosamente refregaba el punto negro en la alfombra.  “¿Crees que la mancha va a salir?”, preguntó Meli.  “No parece haber mejorado nada”.

“Yo espero que sí”, respondió la mamá.  “Por supuesto, hubiera salido más fácilmente si la hubiera limpiado enseguida cuando se regó el jugo de uva”.  Mamá se limpió el sudor de su rostro y miró a Meli.  “Debes lidiar con tu enojo de la forma en que yo debí haber limpiado esta mancha”.

Meli miró a su mamá, desconcertada.  “¿A qué te refieres?”

Mamá siguió restregando el punto negro.  “El tiempo ha permitido que esta mancha penetre en las fibras de la alfombra”, explicó.  “Una vez que fue absorbido y se secó, es muy difícil quitar los rastros de la mancha.  El enojo hace algo parecido en tu corazón.  Si dejas que se quede ahí y sature tu interior, cada vez será más difícil quitarlo.  Con el tiempo, puede convertirse en amargura y en ira”.

Meli miró la mancha en la alfombra y suspiró.  “No sé cómo puedo dejar de estar enojada con Evelyn”, dijo al fin, “pero ya no quiero estar enfadada”.

“¡Qué bueno!”, exclamó la mamá.  “Empieza hablando con Jesús sobre esto y confía en Él para que te ayude a perdonar a los demás como Él te ha perdonado a ti.  Y ora también por Evelyn.  Es difícil que sigamos enojados con alguien por quien estamos orando.  Con la ayuda de Dios, puedes reemplazar tu amargura con Su amor.  Luego, quizá, deberías llamar a Evelyn y pedirle que venga para que puedan conversar sobre lo que pasó”.

Meli asintió.  “Está bien.  Así lo haré”.SUZANNE M. DALY

RESUELVE TU ENOJO AHORA

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 37:8

DEJA LA IRA Y ABANDONA EL FUROR; NO TE IRRITES, SÓLO HARÍAS LO MALO. 

¿Estás enojado por algo?  El enojo no es una emoción mala, pero si no lo resuelves, puede convertirse en amargura.  No permitas que el enojo se acumule en tu corazón.  Pídele a Jesús que te ayude cuando estés luchando con alguna cosa que alguien te haya hecho.  Él está contigo y conoce tu dolor.  Él te da el poder de perdonar a otros de la forma en que Él te ha perdonado a ti.  Confía en Dios para que Él reemplace tu enojo y amargura con Su amor.

Clave de Hoy
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