La ofrenda de la viuda

Me gustaría ser misionero”, pensó Francisco, mientras escuchaba al predicador invitado de la iglesia.  “Quizá, algún día, lo sea”.  Cuando recogieron la ofrenda misionera, él observó cómo las personas a su alrededor sacaban sus chequeras.  “Me gustaría tener dinero para dar”, pensó.  Entonces, de repente, recordó que tenía algunas monedas en su bolsillo.  “¡Al menos podré dar esto!

Al día siguiente, después de la cena, Francisco fue con su padre a visitar al señor Báez, su anciano vecino.  Francisco se sentó y platicó un rato con él mientras su papá arreglaba un grifo que goteaba.  “Algún día me gustaría ayudar a la gente como mi papá”, comentó el niño mientras veía a su padre trabajar.

“Vaya, Francisco, a mí me parece que eres alguien que siempre ayuda”, dijo el señor Báez con una sonrisa.  “Siempre ayudas a hacer feliz a un viejo como yo cuando conversas conmigo”.

Francisco se sorprendió.  “¿De verdad?”, preguntó con un suspiro.  “Me gustaría hacer cosas más importantes, ofrendar mucho dinero para ayudar a los misioneros… incluso ser misionero.  Entonces sí estaría haciendo algo que vale la pena”.

“¿Has oído hablar de la ofrenda de la viuda?”, preguntó el señor Báez.

“¿La ofrenda de la viuda?”  Francisco negó con la cabeza.  “La viuda es un tipo de araña, ¿no?”

El señor Báez soltó una carcajada.  “Hay una araña llamada viuda negra, pero estaba pensando en otra viuda.  Hay una historia en la Biblia, el relato de cuando Jesús vio a viuda arrojar solamente dos pequeñas monedas de cobre en la caja de las ofrendas.  Puesto que ella dio todo lo que podía, Jesús dijo que, a los ojos de Dios, la viuda dio más que las personas que depositaron grandes cantidades”.  El señor Báez sonrió a Francisco.  “A lo mejor creas que no eres muy útil para Jesús, pero cuando haces cosas chiquitas con amor por Él, estás dando mucho y demuestras a los demás quién es Él”.

“Entonces no tengo que crecer para poder servir a Dios”, exclamó Francisco, con una sonrisa.  “Voy a seguir dando la ofrenda de la viuda, ¡a pesar de que no soy una viuda!” CAROLYN YOST

PUEDES SERVIR A JESÚS AHORA

VERSÍCULO CLAVE: 1 CORINTIOS 16:14

TODAS SUS COSAS SEAN HECHAS CON AMOR.

¿Lo que haces para Jesús te parece demasiado pequeño o que no vale nada?  Dios mira tu corazón y cuenta las acciones más pequeñas que se hacen con amor como regalos especiales de tu parte.  Incluso una sonrisa amable que ofreces a una persona que está sola es un precioso regalo para Jesús.  Dios ve el amor que tienes por Él en tu corazón.  No esperes a ser mayor para servir.  Sirve a Jesús ahora mismo.

Clave de Hoy
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