La cuerda de seguridad

El corazón de Gabriela latía fuertemente mientras observaba a su hermano.  Se veía muy chiquito desde su lugar elevado entre las copas de los árboles.  “¡Sí puedes hacerlo!”, gritó el hermano a la niña.

“Es fácil para ti decirlo, Adrián.  ¡No estás parado en un tronco a 10 metros de altura!”  Era su primera vez en el circuito de obstáculos con cuerdas altas en el retiro de la iglesia, y se suponía que tenía que caminar por el tronco que parecía una barra de gimnasia.

Gabriela miró a su padre que estaba abajo.  “¿Estás seguro de que la cuerda me salvará si me caigo?”

“Por supuesto”, aseguró papá.

Gabriela haló una vez más la cuerda de seguridad enganchada al arnés que envolvía su cuerpo.  La niña se puso tensa y se preparó para dar el primer paso.  “Puedes hacerlo”, se dijo a sí misma.  “Si caes, la cuerda te salvará.  Solo camina por ahí”.  Ella respiró profundamente y avanzó muy despacio por el tronco.  Primero dio un pasito diminuto.  Luego otro.  Y otro.  En poco tiempo llegó al otro lado.

“¡Bien hecho!”, gritó desde abajo su padre.  “Ahora voy a bajarte”.

“¿Estás seguro de que la cuerda me sostendrá?”, preguntó Gabriela.

“Sí.  ¡Confía en mí!”, respondió papá en alta voz.  “Solo inclínate un poquito y sentirás cómo te sostiene”.  La niña siguió las direcciones de su padre y dio un suspiro de alivio cuando sintió que el arnés la haló por la cintura.  Sintió cómo sus pies dejaron la plataforma y lentamente descendieron al suelo.

“¿Te divertiste?”, le preguntó Adrián mientras su padre desabrochaba la cuerda del arnés de Gabriela.

“¡Sí!  Pero allá arriba tenía mucho miedo.  Sabía que estaba enganchada a la cuerna, pero no podía sentirla.  Me sentí mucho más segura cuando me bajé del tronco y la cuerda me sostuvo”.

“¿Sabes?”, comentó papá, “la ropa no te sostenía solo cuando podías sentirla.  Te sostuvo todo el tiempo”.  Él sonrió.  “Esto me hace pensar en Jesús”.

“¿Lo dices porque a veces, cuando la vida es difícil, se siente como si Él no estuviera aquí?”, preguntó Gabriela.

Papá asintió.  “Pero ya sea que lo sintamos o no, Jesús está con nosotros todo el tiempo, sosteniéndonos y cuidando de nosotros.  Él nos salvó y jamás nos soltará”.

“Entonces, ¿volverás a subir para caminar por el tronco?”, preguntó Adrián.

Gabriela sonrió.  “Sí, quiero hacerlo otra vez”.  —  SARAH E. AVALLONE

JESÚS SIEMPRE ESTÁ CONTIGO

VERSÍCULO CLAVE: JOSUÉ 1:9

¡SÉ FUERTE Y VALIENTE! NO TEMAS NI TE ACOBARDES, PORQUE EL SEÑOR TU DIOS ESTARÁ CONTIGO DONDEQUIERA QUE VAYAS.

¿Hay veces en tu vida en que no sientes que Dios está contigo?  Cuando ocurren situaciones difíciles o cuando parece que Dios no contesta tus oraciones, ¿comienzas a preguntarte si le importas?  Si conoces a Jesús como tu Salvador, Él jamás te dejará.  Él dio Su Palabra de que siempre estará contigo.  Así que, en lugar de confiar en tus sentimientos, confía en Jesús.  Aun si no lo sientes, Él está ahí y sigue cuidando de ti.

Clave de Hoy
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