Fuera del sendero

Gina acarició con el dedo una caja de chicles que tenía en su bolsillo, mientras junto con su hermana gemela, Tatiana, caminaban por un serpenteante sendero en el bosque donde estaba la cabaña de su familia. Mamá había dicho que podían salir a dar una caminata si permanecían juntas y no se iban muy lejos. «Quisiera que mamá y papá nos hubieran dejado comprar chicles cuando paramos en la gasolinera», pensó Gina. Pero sus padres no les habían dejado comprar chicle, así que las niñas agarraron a escondidas unos paquetes del escaparate y se los metieron en los bolsillos. Les pareció emocionante cuando lo hicieron, pero ahora el chicle estaba molestando en la consciencia de Gina.

La niña suspiró y enfocó su atención en el sendero.

—Papá dice que hay un lago, justo pasando esa pequeña colina. Hagamos carreras para ver quién llega primero.

—Está bien —contestó Tatiana—. ¡Acepto el reto!

Las niñas salieron corriendo. Gina estaba tan ansiosa por ganarle a Tatiana que voló por el sendero, sin mirar hacia abajo. Tomó atajos en las curvas y muchas veces se desvió del sendero. De repente, su pie chocó con una roca y rodó entre las hojas y hierbas. Se sentía golpeada y sacudida cuando se sentó y miró a su alrededor. Le dolía la rodilla y estaba sangrando.

Cuando Tatiana la alcanzó, se apresuró para ir junto a su hermana.

—¿Estás bien? —preguntó la niña—. ¿Qué pasó?

—Creo que me salí del sendero —respondió Gina—. Mi pie chocó con una roca y caí.

Tatiana se veía pensativa.

—¿Eso te recuerda a algo? ¿A la lección de escuela dominical de la semana pasada?

—Sí, también se trataba sobre salir de un sendero —señaló Gina—. Solo que nuestra lección no se trataba de salirse de un sendero en el bosque. Se trataba de permanecer en el sendero correcto, el sendero de Dios, haciendo cosas malas y… bueno… eso hicimos, ¿verdad?

Tatiana asintió.

—¿También te está molestando lo del chicle?

—No he podido masticarlo —admitió Gina—. Me molesta más que esta rodilla lastimada —ella suspiró—. Nuestra lección de escuela dominical también decía que Jesús nos perdona cuando pecamos y nos ayuda a volver al sendero correcto. Debemos confesarle lo que hicimos.

—Y a mamá y papá —opinó Tatiana—. Pidámosles que nos lleven de regreso para que podamos devolver los chicles. Prefiero meterme en problemas antes que sentirme así.

—Sí —dijo Gina—. Es hora de volver al sendero correcto.

KAREN E. COGAN

CAMINA EN EL SENDERO DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 4:26

FÍJATE EN EL SENDERO DE TUS PIES, Y TODOS TUS CAMINOS SERÁN ESTABLECIDOS.

¿Hay algo que esté molestando tu conciencia? Con frecuencia ese es un recordatorio de que te has desviado del sendero que Dios quiere que tomes como Su hijo. Tal vez te digas a ti mismo que lo que hiciste está bien porque otros niños lo hacen, pero el pecado nunca está bien. No ignores una conciencia que se siente culpable. Confiesa tu ofensa a Jesús y confía en que Él te perdonará y te ayudará a regresar al camino correcto.

Clave de Hoy
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