Dios o yo

—Vamos a llegar tarde a la iglesia si Bella no se apura —se quejó Paúl mientras se ataba los cordones de sus nuevos zapatos deportivos de neón—. ¡Se demora siglos en peinarse! Quiero mostrarles mis nuevos zapatos a mis amigos.

Cuando finalmente iban de camino, Bella exigió que Paúl cerrara su ventana para que el viento no arruinara su peinado.

—¿No piensas en otra cosa que no sea tu precioso cabello? —le gritó Paúl. Bella trató de patear su zapato como respuesta, pero él se esquivó para que ella no pudiera alcanzarlo.

Antes de entrar al culto de la iglesia, Bella fue a arreglarse su peinado otra vez, dándole tiempo a Paúl para que presumiera sus zapatos. Los dos se fueron a sentar cuando prepararon las luce para la adoración.

Cuando regresaron a su casa, Paúl sacó una lupa.

—Es divertido usar esto para ver las diferentes cosas. Hace que todo se vea realmente grande.

—Déjame ver —le dijo Bella, arranchándole la lupa a su hermano.

Su padre sacó dos pedazos pequeños de papel y escribió algo en cada uno. Le entregó el primero a Paúl.

—Míralo bajo tu lupa.

Paúl lo miró, se encogí de hombros y se lo entregó a Bella. Ella vio que su papá había escrito la palabra «Dios» en el papel. Papá le entregó a Paúl la segunda hojita de papel.

—¡Espera un segundo! —exclamó cuando Paúl quiso tomar la lupa—. No pongas ese papel bajo la lupa. No debes agrandarlo.

Paúl lo leyó y se lo entregó a su hermana. Escrita con letras pequeñas estaba la palabra «yo».

—¡Lo entiendo! —Paúl sonrió—. Se supone que deberíamos engrandecer a Dios y no a nosotros mismos.

—Pero no podemos ver a Dios con una lupa —señaló Bella.

—Pero sí podemos verlo en el amor y el cuidado que Él nos demuestra a través de otras personas —aseguró su padre—. Y, como cristianos, podemos guiar a otros hacia el Señor. Ya que conocemos a Jesús, podemos demostrar a los demás quién es Él al reflejar Su amor. Sin embargo, es muy fácil agrandarnos a nosotros mismos, en lugar de engrandecer a Dios.

—Sí —interrumpió Paúl con una sonrisa—. Como cuando te pasas peinando todo el tiempo y haces que todos lleguemos tarde a la iglesia.

—O cuando te quejas de tus hermanos y presumes de tus zapatos —agregó papá—. Aunque es fácil disfrutar las cosas pequeñas con las que Dios nos bendice, queremos que las personas vean que Él es el centro de nuestras vidas, no que solo estamos enfocados en nosotros mismos. Dios nos ama y, cuando ayudamos a los demás a experimentar Su amor, engrandecemos al Señor.

HARRIETT A. DURRELL

GLORIFICA A DIOS, NO A TI MISMO

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 34:3

ENGRANDEZCAN AL SEÑOR CONMIGO, Y EXALTEMOS A UNA SU NOMBRE.

¿Pasas demasiado tiempo enfocándote en ti mismo y en lo que quieres? ¿Te quejas y refunfuñas cuando las cosas no salen como tú deseas? La Biblia nos dice que engrandezcamos a Dios en todo lo que hacemos, y eso significa reflejar el carácter amoroso de Jesús, quien entregó todo, incluso Su propia vida, para salvarnos. Piensa en cómo tus acciones afectan a los que te rodean y haz que tu objetivo sea glorificar a Dios, no a ti mismo.

Clave de Hoy
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