Día de nieve

Victoria y Antonio comían su desayuno cuando el teléfono de su mamá timbró con la notificación de un mensaje.  “Bueno, supongo que hoy no irán a la escuela, niños”, les indicó la madre.  “Las temperaturas heladas y los caminos cubiertos de hielo han causado que se cierren todas las escuelas públicas”.

“¡Qué bien!”, exclamó Antonio.  “¡Puedo jugar todo el día!”

Victoria no compartió su gozo.  “Hoy iba a ir a la casa de Malena después de la escuela.  Ahora no puedo”, se quejó.  “Además, ¿qué se puede hacer en casa?  ¡Hace demasiado frío como para ir afuera y no hay nada divertido qué hacer!”  La niña miró cómo su hermano menor se ocupaba con sus juguetes.  “Oye, Antonio, ¿por qué no juegas con las bolitas que te hice por tu cumpleaños?”, preguntó.

Antonio se encogió de hombros.  “Son más divertidas cuando alguien más juega conmigo”.  El niño vio a su hermana.  “¿Quieres jugar?”

“No”, contestó Victoria, quien frunció el ceño mientras Antonio empujaba sus camiones por carreteras imaginarias.  “Pasé mucho tiempo haciendo esas bolitas para el regalo de cumpleaños de mi hermano”, se dejó con su madre, “pero casi nunca juega con ellas”.

Mamá levantó las cejas.  “Creo que te pareces mucho a Antonio.  Alguien también hizo algo para ti, pero parecería que tampoco te importa”.

“¿A qué te refieres?”, preguntó Victoria, sorprendida.  “¿Qué ha hecho alguien para mí últimamente?”

“Este día”, respondió su madre.  “Cada día es un regalo de Jesús.  Deberíamos regocijarnos en los días que Él nos concede y usarlos para honrarlo por todo lo que ha hecho por nosotros, ¡ya sean días de escuela, días de juego, días soleados o días con nieve!  Todavía podemos disfrutar cada día y dar gracias, aun cuando las cosas no salen según nuestro plan”.  Mamá sonrió.  “Entonces, ¿cómo puedes disfrutar este día que Dios te ha dado?  ¿Tienes alguna idea?”

Victoria se mordió el labio mientras lo pensaba.  “Bueno, no he empezado a leer ninguno de los libros que la tía Julia me dio por Navidad.  Podría leer uno de ellos, ¡y también mi Biblia!  Podría, además, hornear unas galletas para que comamos más tarde, y quizá hacer una tarjeta para la abuela”.  La niña observó a su hermano y sonrió.  “¡Pero primero voy a demostrarle a Antonio cómo jugar con las bolitas que hice para él!”  —  LINDA M. WEDDLE

AGRADECE A DIOS POR CADA DÍA

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 118:24

ESTE ES EL DÍA QUE EL SEÑOR HA HECHO; REGOCIJÉMONOS Y ALEGRÉMONOS EN ÉL.

¿Reconoces que cada día es un regalo de Dios?  ¿Estás alegre por cada día, aun cuando no puedes pasarlo exactamente como quisieras?  Dale gracias a Dios por los días que Él te da.  Úsalos para disfrutar Sus bendiciones en tu vida y mostrar Su amor a otros.  Cada día es una oportunidad para recordar el gran amor de Dios por ti y glorificar Su nombre.

Clave de Hoy
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