Una larga espera

“¡Oh, no!”, exclamó Isa mientras las vallas para bloquear las vías del ferrocarril descendían y un tren que se movía sumamente lento comenzaba a pasar por los rieles que había frente a ellos.

“Parece que estaremos sentados aquí por un buen rato”, opinó mamá antes de apagar el motor del automóvil. 

Isa suspiró y observó cómo pasaban traqueteando los vagones del ferrocarril, uno tras otro.  “Creo que este ferrocarril nunca se va a acabar”.

“¿En serio?  ¿Te refieres a que nos quedaremos aquí para siempre?”, bromeó su madre.  “Tu padre nos echará de menos, ¿no crees?”

Isa sonrió.  “Creo que ya nos extraña y también lo echo de menos.  Han pasado dos meses completos desde que su mudó por su nuevo trabajo”.  La niña suspiró.  “¿Crees que algún día se venderá nuestra casa para que también podamos mudarnos?”

“Se venderá, tarde o temprano”, contestó mamá.  “Tenemos que ser pacientes”.

“Pero parecería que está tomando eternidades, ¡igual que este tren!”

“Bueno, todos los trenes tienen un final”, explicó su madre, “y lo mismo pasa con todos los problemas”.  En ese momento, un destello azul pasó a toda velocidad frente al parabrisas.  Un ave se posó en un cable sostenido por el poste.  “¡Mira!  ¡Un pájaro azul!”, señaló mamá.  “Quizá él pueda ver ya dónde se acaba este tren, así como Dios puede ver cuándo se acabará nuestro problema.  Dios sabe exactamente cuándo se venderá nuestra casa.  Solo debemos confiar en Él y esperar”.

“No me gusta esperar”, admitió Isa.

“A nadie le gusta esperar”, respondió su madre, “pero ¿sabes qué hace que la espera sea más difícil?”

“No.  ¿Qué?”, preguntó la niña.

“La impaciencia.  En lugar de sentarnos aquí y pensar cuánto detestamos esperar a que pase el tren, cantemos de lo que Jesús hizo para salvarnos y Su promesa de hacer que todo se arregle algún día.  ¿Qué te parece si cantamos ‘Tu nombre levantaré’?  ¿Recuerdas la coreografía de ese canto?”

“Claro que sí”, contestó Isa, e hicieron los gestos mientras cantaban la canción.

“Recuerdo que aprendí la coreografía de esa canción cuando tenía tu edad”, le contó su madre.

Isa rio.  “Eso fue hace muuuucho tiempo”.

En ese momento pasó retumbando el último vagón del ferrocarril.  “No se tardaron tanto, después de todo”, expresó Isa.  “Recordaré que tengo que ser paciente y confiar en Jesús mientras esperamos que nuestra casa se venda”.  — MIRIAM K. NOWAK

ESPERA PACIENTEMENTE A QUE DIOS OBRE

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 37:7

CONFÍA CALLADO EN EL SEÑOR Y ESPERA EN ÉL CON PACIENCIA.

¿Esperas con paciencia a que Dios resuelva las cosas?  La impaciencia no hará que los problemas se vayan más rápido, pero sí te hará sentir miserable.  Recuerda que todos los problemas tienen un fin y que Jesús sabe exactamente cuándo será ese fin, aun si fuera cuando Él regrese y arregle todas las cosas.  Confía en Dios y sé paciente.  Él siempre está contigo y te ayudará en todos tus problemas, ya sean grandes o pequeños.

Clave de Hoy
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