Cambios

Los tenis de Manuel chillaban mientras arrastraba los pies en el linóleo de la cocina. Papá levantó la mirada de la olla que estaba revolviendo en la estufa.

—Parece que tuviste un día difícil.

Su padre le trajo su bocadillo favorito después de la escuela, galletas con un vaso de leche. Manuel mordió su galleta e hizo una mueca.

—Oye, papá, estas galletas no saben igual —opinó.

Papá miró la caja, sorprendido.

—Tal vez cambiaron la receta.

Manuel empujó su plato y se agachó en su silla.

—¿Por qué las cosas no pueden seguir siendo iguales? ¿Por qué todo tiene que cambiar?

Su padre dejó a un lado la caja de galletas y apoyó los codos en el mesón de la cocina.

—Parece que estás hablando de algo más, aparte de tu bocadillo —comentó, preocupado—. ¿Qué está pasando?

Manuel tragó el nudo que había tenido en la garganta todo el día.

—Josué se va a ir a vivir a otro estado. Ha sido mi mejor amigo desde el jardín de niños, ¡y ahora tendré que estar sin él!

Papá frunció el ceño.

—Lamento mucho esta noticia. Lo vas a extrañar mucho, ¿verdad? —Manuel asintió—. ¿Y estás preocupado porque los siguientes grados van a ser diferentes? —el niño asintió otra vez—. Es normal que eches de menos a tu amigo y que te preocupen los siguientes grados de la escuela —continuó su padre—. Pero el cambio es una parte de la vida. Pero hay algo que nunca cambia.

A Manuel le gustó eso… una cosa con la que siempre podía contar, que siempre iba a estar igual.

—¿Qué es eso que nunca cambia, papá? —preguntó, emocionado.

Su padre sonrió.

—Dios. La Biblia nos dice que Dios nunca cambia. Jesús siempre está con nosotros y Su amor por nosotros nunca flaquea. Siempre podemos contar con que Él estará aquí, sin importar lo que suceda.

Manuel sintió que el nudo en su garganta se hacía más pequeño.

—Eso me gusta.

—Entonces, cuando te sientas abrumado, puedes hablar con Jesús sobre eso y saber que Él estará siempre contigo.

—Gracias, papá —expresó Manuel, sintiéndose un poquito mejor. Todavía iba a extrañar a Josué, pero al menos no iría solo a la escuela. Jesús estaría ahí con él.

Manuel tomó una galleta y la remojó en su leche. Sus ojos brillaron.

—¡Oye! ¡No saben tan mal, después de todo!

CHRISTA HOGAN

DIOS NUNCA CAMBIA

VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 13:8

JESUCRISTO ES EL MISMO AYER Y HOY Y POR LOS SIGLOS.

¿Los cambios son difíciles para ti? ¿En este momento de tu vida hay cambios que están fuera de tu control? Recuerda que, sin importar cuántos cambios haya a tu alrededor, siempre puedes contar con que Dios permanecerá igual. Jesús te ama tanto que dio Su propia vida por ti. Él siempre estará ahí por ti y te ayudará en cualquier situación que tengas que enfrentar en tu camino.

Clave de Hoy
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