Visión de rayos X

Reynaldo y su mamá iban a comer huevos cocidos en el almuerzo.  Reynaldo observaba los huevos, impacientemente, mientras daban vueltas en la olla.

“¿Cuánto tiempo falta para que hiervan?”, preguntó.  “¡Tengo tanta hambre!”

“Bueno, eso depende de cómo te gusten”, respondió la madre.  “De tres a cinco minutos para un huevo tibio y aproximadamente 10 minutos, si los prefieres duros.  A mí me gustan término medio”.

Reynaldo asintió.  “¡A mí también!  Entonces, ¿cómo sabes cuando los huevos están en su punto?”

“Pongo el temporizador por un poco menos de cuatro minutos”, explicó mamá.  “Estoy segura de que jamás te imaginaste que hervir huevos era tan complicado, ¿verdad?”

“¡No tenía idea!”, exclamó Reynaldo, mientras le ponía mantequilla a la tostada.  “Ojalá tuvieras visión de rayos X, para poder ver adentro de la cáscara”.

La madre se rio.  “¡Imagínate!  Toda mi comida quedaría perfecta, ¡todo el tiempo!”

“¡Sí!  ¡Ya no volveríamos a comer pollo quemado!”, dijo Reynaldo.  Todos siempre molestaban a mamá por aquella vez que cocinó de más un pollo en una fiesta.

En ese momento, el temporizador del horno comenzó a chillar.  Rápidamente, la mamá sacó con una cuchara los huevos y los puso en dos copitas.

“A ver, aquí están.  Es el momento de la verdad”.  La mujer sonrió.  “¡Veamos qué tal quedaron!”

Reynaldo rompió la cáscara de su huevo y clavó su cuchara.  Una yema pegajosa de color naranja rebosó en la mitad del huevo… no muy líquida, ni muy dura.  Estaba perfecta para remojar la tostada.

“¿Sabes qué es gracioso?”, preguntó mamá.  “Esta mañana estaba leyendo la historia de cómo Dios eligió a David de entre todos los hijos de Isaí”.

“¡Me encanta esa historia!”, señaló Reynaldo.  “David era el más chico, ¿verdad?”

“Correcto”, contestó la madre.  “¡Y ni siquiera lo habían incluido entre las opciones!  David se quedó afuera, en los campos, cuidando a sus ovejas.  ¡Pero a Dios no se le pasa nada!  Uno por uno, todos los hijos de Isaí desfilaron frente a Samuel, fuertes, altos y guapos.  Pero ninguno cumplía con los requisitos.  La Biblia dice que Dios no estaba viendo su apariencia exterior, ¡sino que miraba directo a sus corazones!”

Reynaldo quedó sorprendido.  “¡Dios tiene visión de rayos X!”

“¡Exactamente!”, afirmó la mamá con una carcajada.  “Dios ve más allá de nuestro exterior, de cuál es nuestra apariencia por fuera.  Sus ojos ven nuestros corazones y saben si fueron limpiados por Jesús”.ANGELA JELF

DIOS EXAMINA NUESTROS CORAZONES

VERSÍCULO CLAVE: 1 SAMUEL 16:7

PORQUE DIOS NO VE COMO EL HOMBRE VE, PUES EL HOMBRE MIRA LA APARIENCIA EXTERIOR, PERO EL SEÑOR MIRA EL CORAZÓN.

¿Te preocupa tu apariencia física?  ¿Te comparas con otras personas que parecen ser más altas o más delgadas o tienen mejor ropa?  Vivimos en un mundo que le da tanto valor a la apariencia, pero eso no es lo que importa para Dios.  Él está interesado en nuestros corazones.  Esa es la razón por la que envió a Su Hijo Jesús a morir por nosotros.  Confía en Él para que quite el pecado de tu corazón y te deje limpio.  (Haz clic aquí para que conozcas más sobre las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti)

Clave de Hoy
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