Ver con el corazón
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Margarita nació ciega. Los médicos dijeron que era un “defecto congénito aleatorio”. Pero los padres de la niña le dieron mucho amor y ella aprendió a leer braille y utilizar el bastón blanco para caminar. Margarita podía hacer todo lo que hacían los demás niños, solo que lo hacía un poquito diferente.
Un día, la niña llegó llorando a casa después de la escuela. Encontró a su abuela en la cocina, preparando la cena. El olor de la carne asada caliente hizo que el estómago de Margarita tronara tan fuerte que casi se olvidó de la razón de su tristeza.
“Oh, no”, expresó la anciana. “¿Qué pasó?”
Margarita aspiró. “Un niño en la escuela se burló de mí. Me dijo que soy una boba porque no puedo ver nada”.
La abuela se sentó en la mesa de la cocina y haló a su nieta para sentarla en su regazo. “Eso fue muy cruel de su parte. Pero también está muy equivocado. Puedes ver todo tipo de cosas. De hecho, podría decir incluso que ves mejor que la mayoría de la gente”.
“¿A qué te refieres?”, preguntó Margarita, apoyando su cabeza en el hombro de su abuela.
“Tú ves con el corazón”, explicó la anciana. “Tienes el Espíritu Santo en ti, y Él te permite ver la verdad de Dios. La Biblia nos dice que la Palabra de Dios ilumina nuestro camino como una lámpara, y Jesús declaró que es la luz del mundo. No necesitamos la vista física para ver cuánto Él nos ama”.
“Sí”, aceptó Margarita. “Supongo que eso es verdad”.
“¡Por supuesto que es verdad!”, respondió la abuela. “La gente dice palabras crueles porque eres diferente, pero recuerda siempre que Dios te ama tal como eres. Él ha obrado en tu corazón para que puedas ver Su gran amor por ti. Y un día Jesús regresará y nos dará nuevos cuerpos. Él restaurará también tu vista física. Hasta entonces, puedes ayudar a otros a ver el amor de Dios haciendo brillar Su luz y tratarlos con bondad, aun si son crueles contigo”.
“Gracias”, indicó Margarita. “Eso me hace sentir especial”.
“Eres muy especial”, señaló la abuela mientras abrazaba fuertemente a su nieta.
De repente, el estómago de la niña volvió a rugir con fuerza. Su abuelita rio. “¡Parece que tienes mucha hambre! Ven, ¡ninguna de las dos necesita la vista física para saber que ya es hora de la cena!” — REBECCA HOLLAND
VE LA LUZ DEL AMOR DE DIOS
VERSÍCULO CLAVE: JUAN 8:12
JESÚS LES HABLÓ OTRA VEZ, DICIENDO: «YO SOY LA LUZ DEL MUNDO; EL QUE ME SIGUE NO ANDARÁ EN TINIEBLAS, SINO QUE TENDRÁ LA LUZ DE LA VIDA».
¿Alguna vez has sentido soledad o que nadie te entiende? ¿Otras personas se han burlado de ti por ser diferentes? Cuando los demás te ignoran o dicen palabras crueles, recuerda que Dios te ve y te ama. Él nos da la capacidad de ver con nuestros corazones. Permite que la luz de Su amor te guíe en los tiempos de oscuridad y que esta brille en tu vida.
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