Unas pocas canas
Cristóbal y Mauricio arrastraron sus pies al acercarse a la habitación al final del pasillo, donde vivía el señor Granda. Su grupo de jóvenes estaba de visita en un hogar para ancianos y a los niños les tocó ir donde el señor Granda. “¿De qué vamos a platicar?”, preguntó Mauricio cuando golpearon a la puerta.
“No sé”, contestó Cristóbal. “¡En realidad no tenemos nada en común con un viejo!” En ese momento se abrió la puerta. “Eh, hola, soy Cristóbal y él es Mauricio. Estamos aquí de visita, con nuestro grupo de jóvenes”.
El señor Granda sonrió y abrió la puerta de par en par. “¡Entren, chiquillos!” Para sorpresa de Cristóbal, los tres empezaron a conversar fácilmente, como viejos amigos.
Cuando el señor Granda empezó a contarles de su pasado, los chicos se enteraron de que había ayudado a fundar la iglesia a la que asistían. “Eso fue cuando era joven”, comentó el anciano. “Recuerdo que íbamos de puerta en puerta para invitar a las personas para que vinieran a nuestra nueva iglesia. ¡En ese tiempo tenía tanta energía y entusiasmo! Me encantaba salir y hacer cosas de ese tipo. No me molesta ser viejo ahora, pero a veces es difícil no desear ser joven otra vez. ¡Ahí es cuando una persona realmente puede servir al Señor!”.
“No creo que eso sea cierto, señor Granda”, refutó Cristóbal. “Yo ni siquiera sería cristiano, si no fuera por mis abuelos. Mis padres no son creyentes, así que aprendí sobre Jesús de mis abuelos. Cada vez que tengo preguntas o necesito ayuda con algo, ellos son los primeros a los que busco para pedir consejo”.
Los ojos del señor Granda brillaron. “Tienes razón, Cristóbal. A veces me olvido de que Dios sigue usándome, solo que en diferentes maneras. Todavía puedo servir a Jesús y mostrar Su amor a los demás, a pesar de que estoy viejo”.
“Para ser honesto, creí que tendíamos que ser mucho mayores para que realmente podamos servir a Dios”, admitió Mauricio.
El señor Granda hizo un gesto negativo. “Los jóvenes pueden hacer mucho para el Señor. Ustedes ya me han servido bastante al venir hoy. ¡En verdad me han animado y recordado que unas pocas canas no pueden detenerme para servir a Jesús!”
Cristóbal sonrió. “Usted también me animó”.
“¡Y a mí!”, agregó Mauricio. El niño dudó un rato, pero luego preguntó: “¿Podemos venir a visitarlo otro día?” — SHERRY L. KUYT
JÓVENES Y ANCIANOS SE ANIMAN UNOS A OTROS
VERSÍCULO CLAVE: 1 TIMOTEO 4:12 (NTV)
NO PERMITAS QUE NADIE TE SUBESTIME POR SER JOVEN. SÉ UN EJEMPLO PARA TODOS LOS CREYENTES EN LO QUE DICES, EN LA FORMA EN QUE VIVES, EN TU AMOR, TU FE Y TU PUREZA.
¿Has hecho amistad con alguien mucho mayor que tú? Puedes ser una bendición para las personas mayores, ¡y ellos también pueden ser una bendición para ti! Puedes llevar tu energía y entusiasmo a sus vidas, y ellos pueden compartir su conocimiento y sabiduría contigo. Confía en que Jesús te ayudará a servirlo a Él, incluso si eres joven, y ábrete a la bendición y ánimo de los cristianos mayores.
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