Una ofrenda real

—Mamá, ¿me podrías dar un poco de dinero para poner en la ofrenda de la iglesia? —preguntó Gustavo.

—¿No trajiste tu propia ofrenda? —preguntó su madre. El niño negó con la cabeza y mamá frunció el ceño, pero abrió su cartera y sacó un poco de dinero—. Solo por esta vez —advirtió mientras se lo entregaba a su hijo.

Esa tarde, Gustavo tuvo una sugerencia para su madre.

—La próxima semana es mi cumpleaños, como sabes. Si no se te ocurre qué darme de regalo, tengo algunas ideas.

La madre se quedó pensativa por un momento.

—Bueno, de hecho, cuando tus abuelos estuvieron aquí la semana pasada, dejaron un regalo de cumpleaños para ti. Tal vez solo te dé eso —ella le mostró a su hijo una gran sonrisa.

—¡Mamá! Te estoy hablando en serio. Me refiero al regalo que tú me vas a dar, no al regalo de los abuelos. Como te dije, tengo algunas ideas.

—¿Y cuál es el problema con mi idea? —preguntó su madre, mostrándose sorprendida—. Estoy segura de que el paquete que dejaron tiene algo muy lindo adentro.

Gustavo frunció el ceño.

—Estás bromeando, ¿verdad? O sea, no sería un regalo real de tu parte si me das algo que mis abuelos compraron para mí.

—Tienes toda la razón, hijo —afirmó su madre—. En verdad no estoy dando nada si te entrego algo que no me pertenece, algo en lo que no puse ningún esfuerzo ni dinero. Eso no te haría feliz, ¿cierto? —el niño negó con la cabeza—. Pero esta mañana, en la iglesia, te pareció bien darle una ofrenda a Dios que en realidad no venía de ti —señaló mamá.

—¡Pero antes siempre me dabas dinero para la iglesia! —exclamó Gustavo.

—Cuando eras muy pequeño para tener tu propio dinero, te daba algo para que pudieras crear el hábito de dar una ofrenda para Dios. Ahora que tienes una mesada, deberías dar algo de tu propio dinero. Entonces sí darás una ofrenda real, en lugar de simplemente echar dinero en la bolsa de las ofrendas, ¿no crees?

Gustavo suspiró.

—Supongo que sí.

—La Biblia nos dice que debemos dar a Dios con un corazón alegre, con amor y gratitud por todo lo que Él ha hecho por nosotros —aseguró mamá—. Cuando damos a Dios ofrendas que nos han costado algo, eso nos recuerda lo que Él nos dio, que le costó todo: Su Hijo Jesús.

Gustavo se quedó pensando y asintió.

—La próxima vez llevaré mi propia ofrenda.

NANCE E. KEYES

OFRENDA PARA DIOS

VERSÍCULO CLAVE: 2 CORINTIOS 9:7

QUE CADA UNO DÉ COMO PROPUSO EN SU CORAZÓN, NO DE MALA GANA NI POR OBLIGACIÓN, PORQUE DIOS AMA AL QUE DA CON ALEGRÍA.

¿Pones dinero en las ofrendas de la iglesia? Cuando le damos a Dios para darle gracias por todo lo que ha hecho por nosotros y reconocer que todo lo que tenemos viene de Él, estamos ofrendando con un corazón alegre. Tal vez no tengas dinero propio todavía, pero cuando lo tengas, ofrece una parte para el Señor, por gratitud por todo lo que Él te ha dado.

Clave de Hoy
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