Una mano fuerte

—¿Quieres esta moneda de veinticinco centavos, Marisa? Te la puedes quedar si la agarras —Tobías, el hermano mayor de la niña, estiró su mano con la palma abierta y ahí sostenía una moneda.

Marisa dudó porque sabía que a su hermano mayor le encantaba molestarla, pero Tobías se quedó ahí, sonriendo. La niña caminó lentamente hacia él. Cuando estuvo cerca, ella hizo un movimiento rápido para agarrar la moneda de su mano. Pero con la misma rapidez, el puño de Elías se cerró y la batalla empezó.

Hubo muchas risas y chillidos mientras Marisa trataba de abrir el puño de Tobías.

—Ya levanté dos dedos —dijo casi sin aliento—. ¡Lo voy a lograr!

Pero un momento después, los dos dedos de Tobías se volvieron a cerrar. La moneda estaba tan segura como siempre.

—A ver, ustedes dos —exclamó su mamá al fin—. No creo que vayas a conseguir esa moneda, Marisa. Y, Tobías, no deberías fastidiar a tu hermana.

—¿Fastidiarla? —Tobías se dio una palmada en la frente, fingiendo sentirse ofendido—. No la estoy fastidiando. Solo le estoy enseñando una lección importante, que es lo que haría cualquier buen hermano.

—¿Ahí, sí? —expresó Marisa—. ¿Qué lección es esa?

—Bueno, ¿recuerdas ese versículo que aprendimos en la iglesia la semana pasada, que decía que nadie podría arrancarnos de la mano de Dios? —Tobías sonrió—. Solo quería darte una demostración de cómo una mano puede ser un lugar seguro.

—¡No está mal! —afirmó mamá—. Tobías es mucho más fuerte que tú, Marisa, y Dios es mucho más fuerte que cualquier otra persona o cosa. No pudiste forzarle a Tobías para que abriera su mano, a pesar de que hay muchas personas que podrían hacerlo. Pero nadie, ni siquiera Satanás, es lo suficientemente bueno como a abrir la mano de Dios —ella sonrió a su hijo—. Esa fue una excelente ilustración de cómo aquellos que pertenecen a Jesús están a salvo y seguros en la mano de Dios.

Tobías le mostró una sonrisa a su hermana.

—Y para demostrarte que soy un buen hermano, ¡toma! —el niño empezó a acercarle la moneda a Marisa, pero se detuvo—. No; espera un momento. Darte la moneda arruinaría mi ilustración de cuán segura estás en la mano de Dios, porque Jesús jamás de regalaría —él hizo una pausa—. Pero… entonces sacó un billete de su bolsillo—. Aquí tienes un dólar en lugar de la moneda.

—¡Qué bien! —dijo emocionada Marisa—. ¡Eso es mucho mejor!

HAZEL W. MARETT

DIOS TE SOSTIENE DE FORMA SEGURA

VERSÍCULO CLAVE: JUAN 10:29

MI PADRE QUE ME LAS DIO [A LOS CREYENTES] ES MAYOR QUE TODOS, Y NADIE LAS PUEDE ARREBATAR DE LA MANO DEL PADRE.

¿No te alegra que Dios guarde a Sus hijos de forma segura? Puede que te desanimen las cosas que suceden, pero Jesús te ama y te sostiene con fuerza. Él jamás te soltará. Le perteneces. Cuando hagas algo malo o pases por tiempos difíciles, Satanás probablemente te dirá que Dios ya no te ama, pero eso no es verdad. Dios te ama y, si conoces a Jesús como tu Salvador, le perteneces para siempre. El Señor siempre te guardará a salvo en Su mano.

Clave de Hoy
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