Un salto de fe
Jacobo terminó de poner cinta de embalaje a la caja donde guardó sus videojuegos.
—¿Cómo crees que será mi nueva escuela? —le preguntó a su madre.
—Supongo que será parecida a Wilson, pero lo averiguaremos cuando lleguemos a Nueva Jersey —mamá sonrió y le dio un abrazo—. Todo va a estar bien, lo sabes bien.
—Sí, lo sé —afirmó Jacobo.
Cuando su madre salió de la habitación, el niño tomó un álbum de fotografías y se puso a mirarlo. Vio una foto de su mejor amigo, Mateo. Habían sido mejores amigos desde el jardín de niños y jugaban baloncesto juntos todos los días después de la escuela. ¿Qué iba a hacer sin él?
—¡Hijo! —le llamó mamá—. Ya nos vamos a la casa de la abuela. ¡No te olvides de llevar tu traje de baño!
En el automóvil, su hermanita de cuatro años, Sara, dijo:
—Cuando nos mudemos a Nueva Jersey, voy a cambiar mi nombre a Melisa, la sirena.
Todos rieron.
—Bueno, señorita sirena —le dijo su madre—, ¡hoy sí que vas a salpicar mucha agua en la piscina!
Esa tarde, en la piscina de la abuela, Jacobo estaba jugando Marco Polo con mamá cuando levantó la mirada y vio a Sara en el trampolín, pidiéndole a su padre que la atrapara. ¡Nunca había saltado del trampolín!
Sara dudó, como si quisiera cambiar de opinión, pero finalmente respiró profundamente, dio un par de saltos en el trampolín y después saltó a los brazos de su padre. Papá la rodeó con sus brazos.
—¡Lo lograste!
Todos aplaudieron. Más tarde, Jacobo entró en la casa para conversar con su abuela.
—¿Viste cómo Sara saltó del trampolín? Antes tenía miedo siempre. ¿Crees que haya estado aterrorizada?
—Probablemente sentía miedo —aseguró la abuela—. Pero ella sabe que tu papá la ama y confió en que él la atraparía. Así deberíamos confiar en Dios.
—¿A qué te refieres? —preguntó Jacobo.
—Es normal sentir incertidumbre y temor cuando afrontamos desafíos en nuestras vidas —explicó la abuela—. Pero cuando confiamos en Dios, es como si estuviéramos saltando a Sus brazos, creyendo que Él nos atrapará con Su amor y protección. Puede que no sepamos lo que pasará en el futuro, pero Dios sí sabe y podemos confiar en Él porque envió a Su Hijo, Jesús, a salvarnos, y nos promete que hará que todo obre para nuestro bien.
—Entonces, ¿eso significa que debo confiar en Dios con nuestra mudanza a Nueva Jersey? —preguntó Jacobo.
—Por supuesto que sí —indicó la abuela—. Y recuerda que el Señor estará contigo en cada paso del camino.
KATIE SUAREZ
CONFÍA EN DIOS CUANDO TENGAS MIEDO
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 56:3
EL DÍA EN QUE TEMO, YO EN TI CONFÍO.
¿Estás enfrentando un gran cambio en tu vida? Tal vez te estés mudando a un nuevo vecindario o a una nueva escuela, o quizá pronto tendrás un nuevo hermanito. Independientemente de lo que estés pasando, puedes confiar en Dios. Recuerda cuánto Él te ama, tanto que envió a Su Hijo a morir por ti. Así que confía en que el Señor te ayudará en los tiempos difíciles.
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