Un poquito de colorante y mucho trabajo

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Cuando Mia y Liam entraron en la cocina de su abuela, esta revolvía algo en una ola que se encontraba en la estufa.

—¿Qué estás haciendo, abuela? —preguntó Mia—.  Huele raro.

—Estoy haciendo plastilina para mis niños de la escuela dominical —contestó la abuela—.  ¿Quisieran ayudarme?

—¡Sí! —exclamaron los dos gemelos.  Ambos observaban cómo su abuela echó un montículo de masa blanca en el mesón de la cocina y la dividió en dos partes.

—El color de esa plastilina se ve aburrido —opinó Mia con el ceño fruncido.

—Para eso les pedí que me ayuden —indicó su abuela.  Ella derramó dos gotas de colorante rojo para alimentos en uno de los montones de masa y un poquito de colorante azul en el otro.  Después puso cada masa en una bolsa de plástico y cerró herméticamente las bolsas.

—Una para cada uno de ustedes —señaló mientras les entregaba las bolsas selladas—.  Comiencen a amasar.  El plástico protegerá sus manos para que no se ensucien con el colorante.

Mia tomó la masa azul y Liam se encargó de la roja.  Mientras amasaban la plastilina caliente dentro de las bolsas, las mechas de color empezaron a adentrarse en la masa blanca.

—¿Estás segura de que hay suficiente colorante aquí? —dudó Mia.

—Solo sigue amasando la plastilina y en un rato más el color se mezclará con toda la masa —aseguró la abuela—.  Es como la parábola que contó Jesús acerca de una mujer que mezcló solamente un poquito de levadura en una gran cantidad de masa para pan.

—¿Tenía suficiente levadura? —preguntó Liam.

—Sí —respondió la abuela—.  Pero se necesitaba mucho trabajo para que se mezclara en toda la masa.

—Hablar a las personas sobre Jesús es similar a eso, ¿verdad? —comentó Liam, pensativo—.  Se necesita trabajo para compartir las Buenas Nuevas de la salvación y tiempo para que la gente lo acepte.

—Muchísimo trabajo —se quejó Mia—.  Mis manos están cansadas.

—Sí, pero no olviden que Dios es realmente quien hace la obra de cambiar los corazones de las personas —afirmó su abuela—.  Y el Señor quiere que nos unamos a Él para hacer esta labor.  Cuando contamos a las demás personas sobre Jesús y les mostramos Su amor, ayudamos a difundir las Buenas Nuevas de la salvación en todo el mundo.

—Y los resultados valen la pena —expresó Liam mientras sostenía en alto su bolsa de plastilina roja.

—¡Ahora se ve mucho mejor! —exclamó Mia.

La abuela sonrió.

—Igual que una vida que ha sido cambiada por Jesús.  —  MARIE CLEVELAND

COMPARTE LAS BUENAS NUEVAS DE JESÚS

VERSÍCULO CLAVE: GÁLATAS 5:9

UN POCO DE LEVADURA FERMENTA TODA LA MASA.

¿Sabías que Dios te está invitando a unirte a Él en su labor de atraer a las personas a Jesús?  ¿Cómo podrías ayudar con eso?  Podrías compartir un devocional como este con alguien que no Lo conoce como su Salvador, o hacer que tus amigos escuchen tu música cristiana favorita.  Estos son pequeños pasos, pero, con el tiempo, Dios puede usarlos para hacer una gran diferencia en las vidas de las personas.

Clave de Hoy
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