Un pequeño empujoncito

Mario y su padre estaban en un viaje para pescar cuando el niño hizo un descubrimiento: el nido de un águila cerca de la copa de un árbol muy alto. Y arriba en el cielo, vieron un ave enorme que se remontaba por encima del río. Mario dejó salir un suspiro.

—¡Guau! ¡Quisiera poder volar así!

—Bueno, esa águila no siempre tuvo esas habilidades tan maravillosas para volar —aseguró papá—. He leído que los aguiluchos tienen miedo de volar. De hecho, a sus madres tienen que darles muchos picotazos para sacarlos de su nido acolchado y calientito.

–Lo sé. Hemos hablado de eso en la escuela. Mi maestra dijo que la madre águila empuja a los bebés por el borde del nido. ¡Eso debe ser aterrador para ellos!

Su padre asintió.

—Probablemente creen que caerán al piso.

—Sí, pero después de que la madre deja que uno de los aguiluchos aletee y se caiga un poquito, inmediatamente vuela por abajo, hasta que el pequeño se sienta lo suficientemente valiente y fuerte para volar por su cuenta.

Unos días más tarde, Mario se sentía nervioso por un evento para los niños de la iglesia, en el que había ofrecido ayudar.

—La señora Campuzano quiere que ayude con el grupo de los niños más pequeños mañana —le contó el niño a su padre—. Pero ¿y si los niños me hacen preguntas que no sé cómo responder? ¡Puede que sea la primera vez que algunos de ellos escuchen sobre Jesús y tengo miedo de no saber qué decir!

—Siempre puedes pedirle ayuda a un adulto —sugirió papá—. Sé que te da miedo, hijo, pero no te has olvidado cómo aprenden a volar los aguiluchos, ¿verdad?

—¿Qué tiene que ver eso conmigo? —Mario quería saber.

—Dios a menudo ayuda a Sus hijos de una manera similar a cómo una madre águila ayuda a sus bebés —explicó el padre—. A veces Él te da un pequeño empujoncito para que pruebes cosas nuevas, cosas que te harán sentir desamparado o asustado al principio, para que aprendas a depender del Señor para que te dé fuerzas y dirección. El Espíritu Santo siempre está contigo y estará ahí para atraparte y ayudarte a saber qué decir.

Mario sonrió.

—Gracias, papá. Lo recordaré mañana.

TRUDY VANDERVEEN

DEPENDE DE DIOS

VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 40:31

LOS QUE ESPERAN EN EL SEÑOR RENOVARÁN SUS FUERZAS. SE REMONTARÁN CON ALAS COMO LAS ÁGUILAS.

¿Te pones nervioso cuando tienes que hablar a otros sobre Jesús? ¿Tienes miedo de que tus amigos se rían de ti si los invitas a la iglesia? A veces puede ser aterrador compartir tu fe con otros, pero Dios siempre está contigo. El Señor te ayudará a aprender a depender de Él en cada situación, en lugar de apoyarte en tus propias fuerzas. Aun cuando sientas que estás fallando, Dios está contigo. Él nunca te dejará solo. Confía en que el Señor te ayudará.

Clave de Hoy
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