Un mal día

Samuel estaba de mal humor cuando se bajó del autobús de la escuela.  Su madre sonrió, pero él no le devolvió la sonrisa.  Había tenido un mal día.  En primer lugar, su amigo Adrián no jugó con él en el patio.  En el recreo, se regó la leche en su camiseta favorita.  Después sacó una mala calificación en una de sus tareas.  Los malos sentimientos se fueron acumulando en su interior hasta que no podía pensar en otra cosa.

—¿Qué te pasa, hijo? —le preguntó mamá.

Samuel arrastró los pies hasta llegar a la entrada de la casa.

—Mal día.

La madre bloqueó la puerta para que el niño no pudiera entrar.

—¡Espera!  Tengo una sorpresa para ti.

—¿Una sorpresa? —Samuel trató de rodear a su mamá para entrar, pero ella no se movió—.  ¿Qué es?

—No te lo puedo decir.  No hasta que nos hayamos quitado de encima ese mal humor —la madre tomó la mano del niño y lo llevó de regreso al jardín—.  A ver, ¿qué pasó?

Samuel no quería compartir sobre su día… pero sí quería la sorpresa.  Después de soltar un gemido, le contó todo a su mamá.

—Sí que fue un mal día —la madre arrancó una mala hierba—.  ¿Y pasó algo bueno?

—Bueno, sí hice un nuevo amigo en el recreo.  Se llama Tristán.

—¡Qué maravilla!  ¿Algo más!

Poquito a poco, los buenos momentos aparecieron en el mal día de Samuel, mientras arrancaba las hierbas malas del jardín con su madre.  La camiseta tan genial que le dio su maestra, la clase de arte donde pintaron con los dedos, y sentarse en la ventana en el autobús.  Samuel no quería admitirlo, pero tal vez ese día no había sido tan malo.

—Está bien que tengamos días malos de vez en cuando —comentó mamá—.  Pero Dios nos dice que tenemos que regocijarnos, pase lo que pase.

—¿Regocijarnos?

—Eso significa que encontramos nuestro gozo en el mundo que Dios ha creado y Le damos gracias por todo.  Aun durante los días malos, Jesús nos ama y nunca nos dejará, así que podemos encontrar gozo en eso.  Sin importar cuántas cosas malas sucedan, podemos regocijarnos porque Él nos ha salvado y nos ha dado vida eterna —mamá arrancó una fresa madura de la mata.

Samuel se emocionó.  No había notado que había una fresa detrás de las malas hierbas.  Pero ahora que la maleza no estaba ahí, la fruta resplandeció con un rojo brillante a la luz del sol.

Su madre tenía razón.  Dios había plantado gozo en cada momento… incluso si las malas hierbas lo ocultaban a veces.

—¿Estás listo para la sorpresa? —preguntó mamá.

—¡Sí!

Antes de entrar a la casa y oler el aroma de la tarta de fresas recién horneada, el gozo llenó el corazón de Samuel.  —BECCA WIERWILLE

CELEBRA EL GOZO DE DIOS CADA DÍA

VERSÍCULO CLAVE:  FILIPENSES 4:4

REGOCÍJENSE EN EL SEÑOR SIEMPRE. OTRA VEZ LO DIRÉ: ¡REGOCÍJENSE!

¿Alguna vez has tenido un día terrible?  A veces un momento triste puede arruinar todo tu día si lo permites.  Pero pase lo que pase, Jesús está contigo.  Él te ama.  El Señor te salvó del pecado y te ofrece gozo, esperanza y paz.  Y eso es algo por lo que siempre puedes dar gracias, incluso en el peor de los días.

Clave de Hoy
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