Un lento comienzo

“Me encanta salir a caminar contigo todas las tardes”, le comentó Rubí a su abuelo.  “Siento que me perdí de algo al no haberlo hecho antes, como te lo había prometido.  Sabía que caminar sería bueno para mí y que estar contigo sería divertido, pero me costó comenzar”.

“Te entiendo”, le aseguró su abuelo.  “También he tenido ese tipo de problemas”.

“¿Tampoco empezaste a caminar cuando debías?”, preguntó Rubí.

El anciano sonrió.  “De hecho, estaba pensando en otra cosa en la que me costó empezar… leer mi Biblia”.

“¿Leer tu Biblia?”, preguntó Rubí, incrédula.  “La lees todos los días, ¿verdad?”

“Ahora sí, pero hace años me costó tener la disciplina de leerla regularmente, a pesar de que sabía que debía hacerlo.  Cuando finalmente leer la Biblia se convirtió en parte de mi rutina de las mañanas, se volvió algo natural e importante para mí, casi como respirar o comer.  Leer la Palabra todos los días me ayuda a recordar que le pertenezco a Jesús, por lo que tengo que confiar en Él y obedecerlo.  Ahora espero con ansias el pasar tiempo con Jesús cada día y escuchar lo que Él me dice a través de Su Palabra”.

Rubí suspiró.  “Tampoco me va muy bien con la lectura de la Biblia.  He empezado algunas veces, pero después de un par de días, me olvido”.

“¿Leías solo un poquito cada día?”, preguntó el abuelo.

“Bueno… no”, confesó Rubí.  “Humberto quería leer toda la Biblia en un año y yo no quería que él estuviera más avanzado que yo.  Entonces traté de leer tanto como él”.

“Inténtalo nuevamente, pero esta vez comienza lentamente”, sugirió el anciano.  “Cuando decides caminar o trotar regularmente, no corres cinco kilómetros el primer día.  Comienzas con una pequeña distancia, lo haces regularmente y agregas los kilómetros poco a poco.  Aprender a leer tu Biblia es parecido.  En lugar de tratar de leer capítulos enteros, lee solo unos versículos a la vez y piensa en cómo se aplican en tu vida.  Aparta un tiempo cada día para pasar tiempo con Jesús en Su Palabra.  Una vez que se convierta en un hábito, puedes añadir gradualmente más versículos”.

“Está bien”, afirmó Rubí.  “Comenzaré tan pronto como llegue a mi casa”.  —  RUTH I. JAY

LEE FIELMENTE TU BIBLIA

VERSÍCULO CLAVE: SALMO  119:97

¡CUÁNTO AMO TU LEY!  TODO EL DÍA ES ELLA MI MEDITACIÓN.

¿Te ha parecido difícil formar el hábito de leer tu Biblia?  No te rindas.  Inténtalo nuevamente.  ¿Qué tal si empiezas con los pasajes cortos de la Biblia que te damos en cada historia de Llaves del Cielo para Niños?  Lee los versículos y piensa en lo que Jesús te está diciendo.  ¿Qué crees que Él quiere que recuerdes mientras transcurre tu día?  Comienza poco a poco para que puedas hacer que leer la Palabra de Dios se convierta en una parte normal de tu vida.

Clave de Hoy
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