Un día sin multas
“¡Mira esto, mamá!” Conrado apuntó una página web abierta en su tableta. “Aquí dice que la biblioteca local declaró que hoy será un día sin multas. Todos los libros atrasados pueden ser devueltos sin pagar la multa”. El niño sonrió. “¡Tengo muchísimos libros que están vencidos!”
La hermana de Conrado rio. “Cuando los bibliotecarios te vean llegar, se arrepentirán de haber tomado esa decisión. ¡Piensa en todo el dinero que perderán!”
“Ve a traer todos esos libros vencidos, hijo. Luego iremos a la biblioteca”, indicó su madre sonriendo. “Y después de esto, ¡trata de devolver esos libros a tiempo!”
Mientras Conrado pedaleaba su bicicleta para ir a la biblioteca delante de su mamá y de su hermana, un hombre que vivía en su vecindario se tambaleaba por la vereda. “Oh, grandioso”, pensó el niño. “El señor Benítez está borracho otra vez”.
“Hola, Conrado”, le saludó el señor Benítez, arrastrando las palabras. “¿A dónde vas?”
El niño detuvo su bicicleta. “Voy a la biblioteca para regresar los libros vencidos. Hoy es el día sin multas”.
“Me gustaría que tuvieran un día sin multas en la municipalidad”, balbuceó el señor Benítez. “He pagado una buena cantidad de dinero ahí”. Él quedó viendo a Conrado con ojos borrosos. “Oye, tú eres un muchachito cristiano. ¿Crees que Dios tenga un día sin multas?”
Conrado parpadeó y luego respondió. “Claro que sí, señor Benítez. Hoy también es el día sin multas con Dios. Jesús pagó la multa por nuestros pecados al morir en la cruz. Si usted confía en Jesús, Él le perdonará y le exonerará de su multa. ¡Él me perdonó a mí y hará lo mismo con usted!”
El señor Benítez negó con la cabeza. “Es fácil decirlo, muchacho. Solo tienes pocos pecaditos en tu lista. Yo tengo una montaña de pecados”.
El niño señaló su mochila, que estaba llena de libros. “Si yo devuelvo un solo libro vencido hoy o veinte, no hay diferencia. Y no importa cuántos pecados nos carguen, Jesús pagó la multa por todos ellos. Todos somos pecadores y necesitamos ser perdonados”.
El señor Benítez asintió pensativamente, mientras la madre de Conrado y su hermana los alcanzaron. “En verdad me gustaría creerte”. El hombre caminó arrastrando los pies hacia su casa. “Lo pensaré. Un día sin multas, ¿eh? ¡Me parece muy bien!” — BARBARA J. WESTBERG
JESÚS PAGÓ LA MULTA POR TU PECADO
VERSÍCULO CLAVE: 2 CORINTIOS 6:2
AHORA ES «EL TIEMPO PROPICIO»; AHORA ES «EL DÍA DE SALVACIÓN».
¿Has hecho cosas muy malas? No importa lo que hayas cometido, Jesús te ofrece el perdón. Él pagó la multa, es decir, el castigo, por tu pecado. Dios no mide los pecados ni perdona solo las ofensas pequeñas. Antes que el apóstol Pablo fuera salvo, este persiguió a los cristianos. Él mismo se llamaba el peor de los pecadores, pero recibió la misericordia de Dios. Tú también puedes recibirla. Dios dice que “ahora es el día de salvación”, ¡un día sin multas! Confía en Jesús hoy mismo. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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