Un corazón generoso

“¿Se están divirtiendo ustedes dos?”, preguntó la tía de Guillermo entre los zumbidos y estallidos de los fuegos artificiales del Festival de la Diversión de su iglesia.

“¡Sí!”  Guillermo y su nuevo amigo, Petros, exclamaron juntos.

“Solo nos vamos a quedar una media hora más”, les recordó la tía Rebeca.

Petros y su familia habían llegado al país hacía un mes, y Guillermo le estaba guiando a su amigo por cada puesto.  Todos en la iglesia habían contribuido con algo para vender, con el fin ayudar a levantar fondos para el programa misionero de la iglesia.  Había juguetes, pasteles, libros, juegos y muchas otras cosas.  El papá de Petro era un chef profesional y su deliciosa comida se veía muy popular.

“Vamos rápido.  Quiero comprar unos rompecabezas”, indicó Guillermo mientras corría con Petros.

El niño compró algunos libros, una mermelada casera para la tía Rebeca y unos rompecabezas para él.  “¿No vas a comprar nada, Petros?”, preguntó con sus manos llenas de sus compras.

“Estoy mirando”, respondió Petros en voz baja.

“Cinco minutos, chicos”, advirtió la tía Rebeca cuando los volvió a encontrar.

Petros salió corriendo y regresó con tres pastelillos de arándanos, que se los entregó a la tía de Guillermo.

“Gracias”, expresó la tía Rebeca.  “Qué amable eres.  Los compartiremos cuando lleguemos a la casa”.

Más tarde, después de comer los pastelillos en la casa de la tía Rebeca, el papá de Petros llegó para recogerlo.

“¡No puedo creer que Petros haya hecho eso!”, exclamó Guillermo después que se fuera su amigo.  “Fue al festival y sabía que era un evento para recaudar fondos, pero lo único que compró fue esos pastelillos”.

“Petros fue muy generoso”, opinó la tía Rebeca.

“¿Por qué dices eso?  Casi no compró nada”.

“Al papá de Petros le ha costado encontrar trabajo desde que llegaron aquí.  Petros tenía muy poquito dinero y, sin embargo, gastó todo lo que tenía en pastelillos para compartir con nosotros”.

Guillermo se sonrojó al pensar en el dinero que le había quedado después de comprar muchas cosas para sí mismo.  “Él es como la viuda de la historia de Jesús en la Biblia, ¿verdad?  La que dio todo lo que tenía al Señor”.  El niño suspiró.  “Siento mucho haberlo juzgado”.

“No te preocupes”, afirmó la tía Rebeca.  “Cometiste un error.  Solo viste lo que querías ver, pero Dios vio su corazón generoso”.

“¿Puedo invitarle mañana a Petros para que juguemos con algunos de los rompecabezas que compré?”, preguntó Guillermo.

“Me parece una excelente idea”, aseguró la tía Rebeca.  —  CINDY LEE

DIOS VE NUESTROS CORAZONES

VERSÍCULO CLAVE: MARCOS 12:43

JESÚS LLAMÓ A SUS DISCÍPULOS Y LES DIJO: “LES DIGO LA VERDAD, ESTA VIUDA POBRE HA DADO MÁS QUE TODOS LOS DEMÁS”.

¿Alguna vez has sentido vergüenza porque no podías dar tanto como te hubiera gustado?  Jesús nos asegura que la cantidad que damos no es lo importa, sino que salga del corazón.  Cuando damos generosamente, por amor a Él y en agradecimiento a todo lo que ha hecho por nosotros, Dios usará nuestra ofrenda para Su gloria y para atraer a otras personas hacia Él.

Clave de Hoy
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