Testigo viviente
“Keyla llegó a casa después del campamento cuando su familia se estaba sentando a la mesa para comer. “Estoy tan feliz de que Adriana me haya invitado a pasar una semana en el campamento con ella”, comentó mientras se deslizaba en su silla. “Estuvo genial. Y, ¿saben qué? ¡Acabo de hacerme cristiana!”
“Entonces, ¿ahora crees que eres mejor que nosotros?”, preguntó su hermana. “No somos malas personas, ¿verdad, papá?”
“Por supuesto que no”, respondió el padre. Se veía molesto.
Keyla comenzó a responder, pero entonces notó que los demás se pusieron a comer. “¡No coman todavía!”, exclamó. “¡Primero debemos orar y dar gracias a Dios por la comida!”
“Está bien si tú quieres ser religiosa, Keyla”, dijo su padre, “pero en realidad deberías agradecernos a mí y a tu mamá por los alimentos. Nosotros somos quienes compramos y cocinamos la comida. Ahora, comamos”.
Esa noche, mamá mencionó la reunión familiar que tenían el próximo domingo. “No puedo ir”, señaló Keyla. “Tengo que ir a la iglesia. ¡No quiero perderme la iglesia por una ridícula reunión familiar!”
“Si tu nueva religión incluye insultar a tu familia y llamarla ridícula, ¡no queremos saber nada de eso!”, indicó su papá.
Cuando Keyla le contó a su amiga Adriana lo que había sucedido, la niña sugirió que le preguntaran a su maestra de escuela dominical qué debería hacer.
“Es genial que quieras contarle a tu familia acerca de tu nueva fe”, opinó la señora Andrade cuando las niñas le explicaron el problema, “pero ser testigo, es decir, compartir de Jesús con otros, involucra mucho más que palabras. También debes ser un testigo viviente. No trates de cambiar a las personas, más bien, trata de que tus acciones y actitud demuestren cómo Jesús te ha cambiado a ti”.
“Creo que lo entiendo”, aseguró Keyla después de platicar un poquito más y, durante las siguientes semanas, encontró muchas oportunidades para ser una testigo viviente. Ayudó en la casa y evitó meterse en peleas. Y cuando se equivocaba, pedía perdón.
“¿Puedo ir a la iglesia contigo este domingo?”, le preguntó su hermana, después de que Keyla le ayudó con un proyecto para la escuela. “Quiero aprender de tu religión, porque sin duda te ha cambiado”.
Keyla sonrió y se sorprendió al ver que su padre sonreía también. “Gracias, Jesús”, oró en silencio. “Gracias”. – JAN L. HANSEN
TESTIFICA A TRAVÉS DE TU VIDA
VERSÍCULO CLAVE: COLOSENSES 4:5 (NTV)
VIVAN SABIAMENTE ENTRE LOS QUE NO CREEN EN CRISTO Y APROVECHEN AL MÁXIMO CADA OPORTUNIDAD.
¿Eres testigo de Jesús a través de tus palabras y tus acciones? Es bueno contar a otros lo que Jesús ha hecho por ti, pero nadie creerá tus palabras si tus acciones no las respaldan. Muéstrales a los demás que Él te ha cambiado al tratarles con bondad y con gracia, poniéndolos por encima de ti mismo. Confía en que Dios te ayudará a ser un testigo viviente en todo lo que hagas y digas.
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