Te queda pequeño

—Dios es grande. Dios es bueno —oró Teodoro—. Y le damos gracias por los alimentos. Amén —mientras servía leche en su cereal, el niño pensó en la oración que había recitado antes de las comidas desde que era pequeño—. Mamá, ¿por qué tú nunca dices esa oración cuando das gracias por nuestros alimentos?

—La dije mucho cuando era niña —contestó su madre—. Pero cuando ya crecí, quería orar con mis propias palabras.

Teodoro se quedó meditando mientras comía su cereal. Puso el tazón vacío en la lavadora de platos y mamá limpió la mesa.

—Se supone que hoy va a hacer mucho calor —le informó a su hijo—. Tal vez sea bueno que saques tu ropa de verano.

Teodoro asintió y fue a alistarse para la escuela, pero regresó pocos minutos después.

—Mamá, mira esta camiseta. ¿Se encogió?

—Definitivamente te queda muy pequeña —afirmó su madre con una risa—. Pero no se encogió. ¡Tú creciste!

Ella fue con el niño para ayudarle a encontrar otra camiseta, pero toda la ropa de verano estaba muy chica.

—Está bien —expresó Teodoro mientras sacaba una camisa de mangas largas del armario—. Usaré la ropa de invierto hasta que tenga ropa de verano que me quede.

—Bueno, tendremos que irnos de compras pronto —señaló mamá—. Definitivamente has crecido tanto que tu ropa de verano ya no te queda.

Teodoro la miró pensativo.

—¿Sabes una cosa, mamá? Creo que también ya estoy muy grande como para algunas de mis oraciones. Las que recito antes de las comidas y de la hora de dormir estaban bien cuando era pequeño, así como esas camisetas me quedaban bien hace un año. Pero ahora creo que estoy listo para empezar a orar con mis propias palabras.

Su madre le sonrió.

—Puedo ver que has crecido, física y espiritualmente. Y tienes razón, ya eres lo suficientemente grande como para expresarle tus pensamientos a Dios con tus propias palabras al orar.

—Lo único que me preocupa es que no estoy seguro de que voy a saber qué decir —admitió Teodoro—. No creo que pueda orar como tú.

—No tienes que orar igual que yo —aseguró mamá—. Orar no es cuestión de cuáles palabras decir, sino de que seas sincero, que hables con Dios desde tu corazón. Cuando no sepas qué decir, recuerda que el Señor ya sabe todo lo que necesitas. Mientras aprendes a hablar con Dios en tus propias palabras, el Señor usará tus oraciones para ayudarte a crecer en tu relación con Él.

NANCE E. KEYES

ORA CON TUS PROPIAS PALABRAS

VERSÍCULO CLAVE: FILIPENSES 4:6 (NTV)

OREN POR TODO. DÍGANLE A DIOS LO QUE NECESITAN Y DENLE GRACIAS POR TODO LO QUE ÉL HA HECHO.

¿Todavía haces las oraciones que aprendiste cuando eras pequeño? Si piensas en lo que dicen y realmente las dices de corazón, está bien. Pero mientras creces físicamente, deberías también crecer en tu vida de oración. En lugar de recitar palabras que has memorizado, simplemente habla con Dios como hablarías con un amigo. Cuéntale lo que te preocupa, pídele lo que necesitas y dale gracias por todo lo que Él ha hecho por ti.

Clave de Hoy
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