Sobrecarga
—¡Mamá! La casa de la esquina, la que vimos el año pasado, está a la venta otra vez —exclamó Carlota cuando entró apresuradamente por la puerta—. ¿Podemos volverla a ver, mamá? ¿Podemos comprarla? ¡Es tan linda!
—Es una hermosa casa —afirmó su madre—. Pero era demasiado cara cuando la vimos antes, y estoy segura de que todavía lo es —ella miró a su alrededor—. Esta también es una casa muy linda. Dios ha sido muy fiel al proveerla.
—Sí, ¡pero la casa de la esquina es mucho más grande! —insistió Carlota.
—Pero la única manera en que podríamos pagar esa casa sería si viviéramos de espaguetis enlatados y leche en polvo —dijo mamá con una sonrisa—. ¿Te gustaría eso?
Carlota rio.
—No, pero ¿no crees que sería hermoso que fuéramos más ricas y que pudiéramos pagar una casa así? Quizá deberías trabajar más horas y yo podría hacer trabajos varios para la gente del vecindario.
Su madre frunció el ceño.
—¿Recuerdas lo que pasó cuando tratamos de hacer su súper híper desayuno bufet la semana pasada?
—Sí —refunfuñó Carlota—. Teníamos prendido el horno y todos los demás electrodomésticos que tenemos estaban conectados. Entonces saltaron los fusibles, uno tras otro, ¡así que no pudimos hacer nada.
—Sí —señaló mamá—. Terminamos con un montón de comida medio cocida, porque tratamos de hacer demasiadas cosas. ¿Crees que podamos aprender algo de esa experiencia?
—Claro —Carlota rio—. ¡Aprendimos que necesitamos la casa grande de la esquina porque ahí funcionan muy bien todos los aparatos eléctricos!
Su madre rio.
—Tenía en mente una lección más espiritual. Estoy pensando que podríamos sobrecargarnos, así como sobrecargamos el sistema eléctrico. Más trabajo, más posesiones, más deuda… Si llenamos nuestras vidas de más, más y más, podemos perder de vista lo que verdaderamente importa. Podría parecer una casa más grade o que tener más cosas podrían darnos más satisfacción en la vida, pero debemos recordar que solo Jesús puede satisfacer los deseos más profundos de nuestros corazones. Él conoce nuestros anhelos tanto como nuestras necesidades, y promete llenar nuestras vidas con las riquezas de Su amor y gracia, que son mucho mayores que cualquier otra cosa que el dinero podría comprar. Confiemos en Él y seamos agradecidas porque tenemos una casa segura y cómoda que sí podemos pagar.
LORNA B. HICKEY
LAS COSAS NO SATISFACEN
VERSÍCULO CLAVE: LUCAS 12:15 (NTV)
¡TENGAN CUIDADO CON TODA CLASE DE AVARICIA! LA VIDA NO SE MIDE POR CUÁNTO TIENEN.
¿Alguna vez has deseado que tus padres tengan más dinero? ¿Sueñas con las cosas que podrías comprar si así fuera? El dinero provee comodidades físicas, pero nada de lo que puedas comprar satisfará tu alma. Solo Jesús puede hacerlo. Así que no te sobrecargues buscando riquezas que no satisfacen. Recuerda que Jesús sabe exactamente qué necesitas. Permite que Él llene tu vida con la riqueza de conocerlo.
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