Reír o no reír

Después del partido de baloncesto, la madre de María Gracia fue a recogerla.

—¿Podemos llevar a Olivia a su casa? —preguntó la niña.

—Claro que sí —contestó mamá, y las niñas se subieron al asiento trasero del automóvil.

—Esa niña que tenía los pantalones morados era un desastre, ¿no crees, María Gracia? —Olivia rio—. ¡No podría anotar una canasta ni teniendo el aro a 10 centímetros de su nariz!

María Gracia frunció el ceño.

—Hay que darle el crédito por intentarlo. ¡Estaba haciendo su mejor esfuerzo! Además, me sentí mal por ella.

Olivia se encogió de hombros y cambió de tema.

Cuando llegaron a la casa, María Gracia puso la mesa mientras su madre preparaba la cena.

—Estoy muy orgullosa de ti —expresó mamá mientras sacaba un libro de recetas. Ella movió algunas cosas en el mesón de la cocina, parecía que estaba buscando algo—. Me alegra que no te hayas burlado de la niña del otro equipo.

—Bueno, no es que yo sea la mejor jugadora de baloncesto tampoco —admitió María Gracia tímidamente.

Su madre le sonrió.

—Tal vez eso te ayudó a ser amable. Sé que es tentador burlarse de otras personas, pero debemos recordar que Dios nos creó y nos ama a cada uno de nosotros, por eso, quiere que nos mostremos respeto unos a otros. Al no burlarte de esa niña, demostraste hoy el tipo de amor y compasión que Jesús nos ofrece.

Mamá abrió un cajón y empezó a hurgar en él.

—¿Estás buscando algo? —preguntó María Gracia.

La madre asintió.

—Mis anteojos. No tengo idea de dónde los dejé.

María Gracia miró a su madre y se echó a reír a carcajadas.

—Mírate en el espejo —señaló—. ¡Los empujaste hacia atrás y están sobre tu cabeza! —de repente, la niña dejó de reírse—. ¡Oh! ¡Creo que no debería reírme! No quería burlarme de ti.

Mamá sonrió.

—¡Sí debes reírte! —aseguró mientras se acomodaba los anteojos—. Está bien reír de las cosas graciosas que suceden. Solo asegúrate de reírte de lo que una persona hace, no de la persona en sí, y solo si es algo que a las dos les parece gracioso. No te rías si eso herirá los sentimientos de otros. En este caso, no estás hiriendo mis sentimientos en absoluto.

María Gracia se relajó.

—Sí te veías muy graciosa —declaró. En ese momento se echó a reír otra vez y la risa de mamá era aún más fuerte que la de María Gracia.

KAREN E. COGAN

NO HIERAS A OTROS RIÉNDOTE DE ELLOS

VERSÍCULO CLAVE: ZACARÍAS 7:9 (NTV)

MUESTREN COMPASIÓN Y BONDAD EL UNO POR EL OTRO.

¿Te cuesta saber cuándo está bien reírte de algo? Si sientes la tentación de reírte de otra persona, imagina cómo te sentirías si otros se estuvieran riendo de ti por la misma razón. Si no te molesta, probablemente esté bien. Pero si fuera algo que te lastimaría, o si la persona parece estar ofendida porque otros se ríen, detente. Cuando eres sensible a los sentimientos de otras personas, les demuestras el amor y la compasión de Jesús.

Clave de Hoy
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