Siéntate quieto

 

Telmo miró a los peces en la cubeta que estaba a los pies de su abuelo y frunció el ceño.  “¿Por qué muerden tu anzuelo, pero no el mío?”, preguntó.

“Bueno, a cada rato estás halando tu caña de pescar para revisar la carnada y moviéndote a diferentes partes del bote”, contestó el abuelo.  “Si quieres atrapar peces, no puedes seguir moviéndote todo el tiempo.  Trata de sentarte quieto”.

Telmo suspiró.  “No me gusta sentarme quieto”.

“Yo sé, pero tienes que aprender”, indicó el abuelo.  “Si no, te perderás de cosas mucho más importantes que atrapar peces”.

“¿Como cuáles?”, preguntó Telmo.

“Bueno, tendrás que sentarte quieto para escuchar y aprender, si quieres que te vaya bien en la escuela”, respondió su abuelo.  “Y tendrás que hacer el tiempo para sentarte quieto y escuchar a Dios, para que puedas aprender sobre Él y oír lo que Él desea que hagas”.

“¿Así como Samuel oyó a Dios en la Biblia?”, preguntó Telmo.  “Dios ya no nos habla así, ¿no es cierto?”

“Quizá no”, explicó el abuelo, “pero si apartas un tiempo especial para pasarlo con Dios, Él puede hablarte al llamar tu atención hacia algún tema”.

“Yo oro todas las noches”, le dijo Telmo a su abuelo.

“Muy bien”, indicó el anciano.  “Ese es un buen modo de oír a Dios.  Él usa la oración para que nos acordemos de confiar en Él, de depender de Él y de alinear nuestros corazones con el Suyo.  Otro modo de escucharlo es leyendo la Biblia, tanto solos como con otros creyentes.  Antes de leer o de ir a la iglesia, quédate quieto por un momento y pídele a Dios que te muestre lo que Él desea que sepas sobre Él”.  El abuelo sonrió.  “Ahora, ¿qué tal si practicas y te sientas quieto para ver si algún pez muerde tu carnada?”

“Bueno”, exclamó Telmo, mientras escuchaba en silencio el canto de las aves y el ruido del agua que suavemente chocaba con el bote.  “Gracias por todas las cosas lindas que creaste, Señor”, oró en silencio.

En ese momento, sintió un tirón.  “¡Un pez mordió mi carnada!”, gritó.  En un momento estuvo sosteniendo un pez con su caña de pescar.  “¡Mira ese pez!”, exclamó, levantándolo para que el abuelo lo pudiera ver.  “Valió la pena sentarme quieto todo ese tiempo, ¿verdad?”

“Claro que sí”, afirmó el abuelo, “y valdrá la pena de muchas mejores maneras.  ¡Sigue practicando!” BARBARA  J. WESTBERG

QUÉDATE QUIETO PARA ESCUCHAR A DIOS

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 46:10

ESTÉN QUIETOS, Y SEPAN QUE YO SOY DIOS. 

¿Te tomas el tiempo para sentarte quietamente a esperar que Dios hable a tu corazón?  Antes de leer la Biblia, de ir a la iglesia o de orar, haz una pausa y pídele al Señor que traiga algo a tu mente en que Él quiere que pienses.  Espera en silencio para que puedas escucharlo cuando te hable.  No esperes oír una voz, como Samuel, pero deja que Dios traiga a tu mente las cosas que Él quiera que sepas y recuerdes.

Clave de Hoy
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