Ring ring corre corre
—¿A dónde van, chicos? —preguntó Braulio cuando vio a sus vecinos gemelos, Antonio y Lucas, que caminaban por la vereda.
Lucas sonrió.
—Ven con nosotros. Ya lo verás.
Lleno de curiosidad, Braulio caminó con ellos. Se sorprendió cuando se detuvieron frente a la casa de su vecina de la tercera edad, la señora Ortiz. Lucas apuntó a unos arbustos que había a un lado de la casa.
—Ese será un buen escondite.
Antonio asintió y miró a Braulio.
—Creímos que la señora Ortiz podría disfrutar unas pocas rondas amistosas de «ring ring corre corre», ¿sabes? Cuando tocas el timbre de la puerta de alguien, luego corres y te escondes.
—Sí sé lo que es «ring ring corre corre» —indicó Braulio—. Y la señora Ortiz definitivamente no lo disfrutaría.
—Oh, por favor, solo es un juego. Y aunque nos viera, no sabe quiénes somos —insistió Antonio—. ¡No seas tan cobarde!
Antonio y Lucas subieron las gradas de la puerta en puntillas. Lucas tocó el timbre y Antonio estaba detrás. Luego corrieron hacia los arbustos. Braulio miró rápidamente a su alrededor y vio un periódico tirado en la vereda. Lo recogió y corrió a las gradas de la puerta. Un momento después, la puerta se abrió y la señora Ortiz entrecerró los ojos desde el pasillo oscuro.
—¿Sí? —dijo con voz temblorosa.
—Disculpe, señora Ortiz —respondió Braulio, sosteniendo el periódico—. Esta mañana no recogió su periódico, así que pensé en traérselo.
—¡Oh, gracias! —expresó la señora Ortiz—. ¡Qué amable eres! Tú te llamas Braulio, ¿verdad? —el niño asintió y la anciana sonrió—. Sí, te he visto en la iglesia. ¿Sabes? A veces me frustra mucho cuando este viejo cuerpo mío hace que sea difícil para mí hacer cosas tan simples, pero cuando estaba haciendo mi devocional con Jesús esta mañana, Él me recordó que todavía me ama y que siempre cuidará de mí. ¡Y después te envió a ti para traerme mi periódico!
La señora Ortiz se dio la vuelta y vio a los gemelos que espiaban detrás de los arbustos.
—Oh, y ahí están Lucas y Antonio Solano. ¡Conozco a sus padres! —los gemelos levantaron las cejas, alarmados—. La próxima vez que los vea, les diré cuánto aprecio su consideración —advirtió la señora Ortiz—. No todos los niños por aquí se portan tan bien, ¿sabías?
—Sí, señora —afirmó Braulio, mirando de reojo a Antonio y Lucas—. Lo sabemos.
SAM L. SULLIVAN
RESPETA A LAS PERSONAS DE LA TERCERA EDAD
VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 46:4 (NTV)
YO SERÉ SU DIOS DURANTE TODA SU VIDA, HASTA QUE TENGAN CANAS POR LA EDAD. YO LOS HICE Y CUIDARÉ DE USTEDES; YO LOS SOSTENDRÉ Y LOS SALVARÉ.
¿Tratas a los ancianos con respeto? La tercera edad viene con muchas dificultades, pero Jesús promete amarnos y cuidarnos, sin importar nuestra edad. Él quiere que seas amable con las personas de la tercera edad. ¿Qué puedes hacer para los ancianos que conoces? Tal vez puedas ayudarlos con las tareas del hogar o pedirles que te cuenten de sus vidas. Busca la manera de demostrarles el amor de Dios y recordarles que Él se preocupa por ellos.
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