Requiere práctica
Quique gimió mientras se levantaba de la nieve. Estaba aprendiendo a esquiar y sus pies estaban dentro de botas enormes enganchadas a dos palos largos de fibra de vidrio. Cuando le rogó a su hermano mayor que lo dejara ir a esquiar con él, Nicolás le advirtió que no era tan fácil como parecía. Quique no tardó mucho en darse cuenta de que su hermano tenía razón.
“¡Nunca aprenderé a esquiar!”, exclamó el niño después de caerse por la diezmilésima vez.
Nicolás sonrió. “¿Sabías que tu entrada incluye una lección para principiantes?” El hermano mayor señaló un grupo de niños que estaban arriba de una colina. “¿Por qué no te unes a la clase y aprendes algunas bases?”
Quique se unió al grupo y el instructor de esquí les enseñó a los principiantes algunos de los movimientos básicos. Luego hicieron sus primeros paseos colina abajo en el lugar más fácil. El instructor sostuvo un poste largo frente a los principiantes para que ellos pudieran sostenerse y mantener el equilibrio.
“¡Fue divertido!”, expresó Quique cuando se reunió con Nicolás. “Creo que estoy listo para la colina grande”. En ese momento, el niño perdió el equilibrio y se cayó de costado sobre la nieve. “¡Ups! Creo que será mejor que practique un poco más”.
Mientras se dirigían a casa después de un día lleno de aventuras, Quique estaba emocionado. “Quisiera poder faltar a la iglesia mañana para ir a esquiar otra vez, pero no creo que mamá y papá nos den permiso”.
“No”, indicó Nicolás, “y eso es bueno porque aprender a entender mejor la Biblia se parece mucho a cuando aprendes a esquiar. Se requiere práctica. Mientras más te esfuerzas a aprender a esquiar, mejor podrás hacerlo. Y mientras más lees y estudias la Biblia en la iglesia y por tu cuenta, la entenderás mejor”.
“Yo tuve un instructor de esquí”, comentó Quique. “Supongo que tener un instructor de Biblia también es algo bueno”.
“Sí”, afirmó Nicolás. “De cierta manera, el Espíritu Santo es como nuestro instructor de Biblia. Él nos ayuda a entender lo que Dios nos está diciendo y aplicarlo a nuestras vidas. Podemos también pedir ayuda a otros cristianos cuando no entendemos algo, por ejemplo, a mamá, papá o al pastor Leonardo”. Nicolás sonrió a su hermano mejor. “Solo recuerda que todo lo que vale la pena requiere tiempo y esfuerzo. Sigue practicando”. — CHARLIE VANDERMEER
PRACTICA TU LECTURA BÍBLICA
VERSÍCULO CLAVE: SALMO 119:130
LA EXPOSICIÓN DE TUS PALABRAS IMPARTE LUZ; DA ENTENDIMIENTO A LOS SENCILLOS.
¿Te cuesta entender lo que dice la Biblia? Algunas de las historias son fáciles de leer y comprender. Otras partes de la Escritura son más difíciles. Pero tienes un instructor que te ayuda: el Espíritu Santo. Cuando leas la Biblia por tu cuenta y con otras personas, Él te ayudará a entender lo que dice. Pero todavía se requiere práctica, así que no dejes de leer. El esfuerzo valdrá la pena.
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