Regalos inesperados
Lucas bajó la mirada y vio sus manos que descansaban en su regazo. Estaba pasando otra tarde en la oficina del director de la escuela. Sabía que Juana y Esteban lo enviarían de regreso esta vez. Lo sabía.
Cuando su madre de acogida llegó para recogerlo, viajaron en silencio en el automóvil.
—Ya llegamos —indicó Juana cuando apagó el motor. «Y aquí vamos», pensó Lucas. «Justo antes de Navidad». El niño esperaba entrar y ver sus maletas empacadas junto a la puerta, tal como había ocurrido en todos los demás hogares de acogida en los que había vivido.
Pero cuando entró a la casa, Juana le dijo:
—Hice galletas mientras estabas en la escuela. ¿Quieres una?
—Eh… sí, gracias —contestó Lucas, vacilante. El niño miró a su alrededor, buscando las maletas. Pero no había nada.
Juana le entregó una galleta y un vaso de leche, lo miró a los ojos y expresó:
—Estás perdonado, Lucas —ella le dio unas palmaditas cariñosas en la cabeza y salió de la habitación.
Al día siguiente, Lucas haló la cola del gato. Esteban le dio la tarea de alimentar a la mascota por una semana, para compensar su mal comportamiento, pero antes de eso, le dijo:
—Estás perdonado, Lucas.
Durante las dos semanas siguientes, Lucas se metió en problemas una y otra vez. Y lo único que le decían Juana y Esteban era:
—Estás perdonado, Lucas.
Cuando llegó el día de Navidad, Lucas miró fijamente el montón de regalos que había debajo del cielo. Estaba asombrado. ¿Eran todos para él?
—¡Feliz Navidad, Lucas!, exclamó Juana al entrar en la sala—. ¡Es hora de que abras tus regalos!
Lucas se puso de rodillas y comenzó a llorar.
—¡No puedo! ¡No los merezco! ¡Soy tan malo!
—Lucas —expresó Esteban en voz baja mientras abrazaba al niño—, estos son regalos. Por definición, los regalos son gratis. No puedes ganarlos ni trabajar para comprarlos. Simplemente tienes que recibirlos. El amor y el perdón de Dios también son regalos. Ningún pecado que hayas cometido puede evitar que los tengas. Lo único que debes hacer es recibirlos.
Lucas se limpió las lágrimas.
—Quiero ser perdonado —afirmó.
—Puedes recibir ese perdón. Oremos ahora mismo y pídele a Jesús la salvación, que es el mejor regalo de todos —indicó Juana mientras se ponía de rodillas junto al niño—. Él quiere llenar tu vida con Su amor, Su perdón y con muchas otras cosas buenas.
LAURA KUEHN
LA SALVACIÓN ES EL MEJOR REGALO
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 2:8 (NTV)
DIOS LOS SALVÓ POR SU GRACIA CUANDO CREYERON. USTEDES NO TIENEN NINGÚN MÉRITO EN ESO; ES UN REGALO DE DIOS.
¿Alguna vez has sentido que no eres digno de recibir cosas buenas? ¿A veces piensas que cometes demasiados errores como para ser perdonado de verdad? La Biblia dice que, si tenemos fe en Jesús, Dios se ha llevado nuestros pecados lejos de nosotros. No existe pecado que el amor de Dios no pueda cubrir. Confía en Jesús hoy y acepta el mejor regalo de todos, ¡la salvación! (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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