Precioso tesoro

Lili estaba lista para clavar las paredes de la caja. La niña sostuvo la punta del clavo en la madera y golpeó la cabeza con el martillo. Golpeó más fuerte, pero falló y se aplastó el pulgar. Sobresaltada por el dolor, gritó una palabra.

—¡Lili! —Karen, la madrasta de la niña, se veía muy enojada—. ¡Nunca más vuelvas a usar así el nombre de nuestro Señor!

Lili podía ver la sangre que se acumulaba bajo su uña.

—Lo siento, se me salió —ella no entendía cuál era el problema. Además, le dolió mucho.

La niña estaba haciendo una caja de recuerdos para su hermano mayor, Camilo y su prometida, Zoila. Ahí podrían guardar sus cosas especiales, como los boletos del primer concierto al que fueron juntos o las flores disecadas que Camilo le dio a Zoila en el baile de graduación. Lili tenía su propia caja de recuerdos que su papá le había hecho. Ahí guardaba recuerdos de su mamá, algunas fotografías, una carta que su madre le escribió unos días antes de morir y también el brazalete de turquesas de su mamá.

Más tarde, ese mismo día, Lili estaba haciendo sus deberes en la mesa de la cocina. Susurró algunas palabras sobre cuánto odiaba las matemáticas.

—¿Estás clamando a Dios para pedir ayuda o solo estás gritando Su nombre porque sí? —preguntó Karen.

Lili la ignoró. Esa noche, Lili estaba mirando su caja de recuerdos y notó que faltaba en brazalete de su madre. Inmediatamente pensó en su hermanastra.

—¡Sandra! —gritó la niña.

—¿Sí? —Sandra apareció en la puerta de su habitación y estaba puesta el brazalete de turquesas.

—¡Ese es el brazalete de mi madre!

—Solo me lo quería probar.

Lili estaba furiosa.

—Ese brazalete es especial. ¡No puedes usarlo por ahí, como si fuera cualquier joya barata!

Karen se paró detrás de Sandra.

—Hija, tú sabes que no debes tomar las cosas de Lili.

Sandra se quitó el brazalete y se lo entregó a su hermanastra.

—Lo siento, Lili.

La niña asintió y sostuvo el brazalete cerca de su corazón. Cuando Sandra salió de la habitación, Karen se sentó junto a Lili.

—Las cosas que son un tesoro para nosotros deben ser tratadas con honor y respeto, ¿no crees?

Lili recordó las palabras que había dicho ese día.

—¿Como el nombre de Dios?

Karen puso su brazo alrededor de Lili.

—Sí, como el precioso y santo nombre de nuestro Señor. Jesús nos ama tanto que murió y resucitó para conquistar el pecado y la muerte, y así hacernos hijos de Dios. Su nombre es especial y deberíamos tratarlo como un tesoro.

BONNIE CARR

EL NOMBRE DE DIOS ES PRECIOSO

VERSÍCULO CLAVE: SALMO 111:9 (NTV)

¡QUÉ SANTO E IMPONENTE ES SU NOMBRE!

¿Tienes cuidado de la forma en que usas el nombre de Dios? Su nombre es precioso, santo e imponente porque nos lleva a Su grandeza, poder y amor. No uses Su nombre de manera descuidada. Úsalo para hablar con el Señor, para contar a otros sobre Él y para alabarlo y darle gracias por todo lo que ha hecho por ti.

Clave de Hoy
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