El arca de Noé

—¿Podrías ayudarme a poner mis animales del arca de Noé, Lorenzo? —le preguntó su hermano pequeño, Emanuel, que después miró a su hermana—. También puedes ayudar, Melina.

—Está bien —Lorenzo se sentó en la mesa—. Antonio es tan fastidioso —dijo mientras ponía los elefantes de juguete uno junto al otro—. Siempre está hablando de su equipo de fútbol. ¿A quién le importa eso?

Melina tomó los cerditos.

—Es ese niño nuevo en la iglesia, ¿verdad? No puede ser peor que Mia. ¡Ella se cree la gran cosa porque siempre saca buenas calificaciones en todo! La semana pasada ganó un concurso de trivia sobre la Biblia en la iglesia y todavía sigue hablando de eso —la niña dejó a un lado los cerditos.

Lorenzo sonrió.

—¡Oye! No dejes los cerdos junto a la señora de Noé. ¡No creo que le guste ese olor!

Melina rio.

—¡No me hubiera gustado ser la señora de Noé y vivir en un barco lleno de animales apestosos y bulliciosos! Probablemente también se la pasaban peleando.

—Me gustan los animales —opinó Emanuel—. No se peleaban, ¿verdad, mami?

Su madre sonrió.

—Quisiera creer que todos se llevaban bien… y la familia de Noé también. Me imagino que estaban tan agradecidos por estar a salvo en el arca que con gusto aguantaban los malos olores y los ruidos, y también se soportaban unos a otros, aunque estoy segura de que no debió ser fácil estar encerrados juntos en un barco por tanto tiempo. Pero no siempre somos así con los miembros de nuestra familia, ¿verdad?

Lorenzo y Melina se miraron el uno al otro.

—Nosotros nos llevamos muy bien —dijo Melina, confundida.

—Me refería a otra familia —respondió mamá—. Como Noé y su familia, también hemos sido salvados. Jesús nos ha salvado del pecado y de la muerte, y todos los que confían en Él son parte de la familia de Dios. Sin embargo, les he oído quejarse de los miembros de su familia y refunfuñar por las cosas que les fastidia de Antonio y Mia. Pero ¿no somos todos insoportables a veces? Somos bendecidos al tener muchos hermanos en Cristo, porque todos los que conocen al Señor son Sus hijos. En lugar de quejarnos, deberíamos estar agradecidos de ser parte de la familia de Dios y de que tenemos seguridad eterna en Jesús. Deberíamos amarnos unos a otros como Él nos ama.

TANYA FERDINANDUSZ

AMA A LOS DEMÁS

VERSÍCULO CLAVE: ROMANOS 12:10 (TLA)

ÁMENSE UNOS A OTROS COMO HERMANOS, Y RESPÉTENSE SIEMPRE.

¿Hay veces en que sientes fastidio por otras personas? ¿Refunfuñas y te quejas cuando te sientes así? La Biblia nos dice que debemos amar a todos, pero especialmente a los demás creyentes. La familia de Dios es como el arca de Noé: contiene a todos los hijos de Dios, incluso aquellos con los que a veces no nos llevamos bien. Pero todos hemos sido salvados por Jesús y Él nos ama a todos. Vive en armonía con tus hermanos en Cristo, sé paciente con ellos y trátalos con amor.

Clave de Hoy
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