Palabras que rompen un huevo
—¡No quiero volverte a ver hasta que me devuelvas mi guante! —gritó Adrián—. ¡No vuelvas a entrar en mi habitación nunca más! —el niño dio un portazo después que su hermano saliera de su cuarto.
—¿Qué son todos estos gritos? —preguntó su madre, que venía por el pasillo.
—Adrián dice que me robé su guante de béisbol, pero no fui yo —respondió Sergio enojado—. Es un mentiroso.
Mamá tocó la puerta cerrada de Adrián.
—Adrián, sal este momento. Quiero que los dos me sigan —ella los guio a la puerta del patio trasero. Ahí, en una banca, estaba el guante de Adrián. Los niños inmediatamente empezaron a gritar, acusándose el uno al otro de dejar el guante allí.
La madre levantó los brazos y los niños se callaron.
—Síganme los dos —esta vez, ella se dirigió a la cocina. Tomó un huevo del refrigerador y lo puso en el mesón, junto a un tazón vacío—. Sergio, quiebra este huevo en el tazón —los niños la miraron confundidos, pero Sergio obedeció—. Ahora, Adrián —indicó mamá—, pon ese huevo nuevamente en su cáscara, tal como estaba.
Adrián frunció el ceño.
—Sabes bien que no puedo hacer eso. No se puede arreglar un huevo roto.
—Así es —afirmó mamá—. Nuestras palabras se parecen mucho a un huevo que está sentado en una pared, una vez que se cae y se rompe, no podemos volverlo a armar. Los dos se dijeron cosas muy crueles el uno al otro, y borrar sus palabras es tan imposible como remendar un huevo. La Biblia dice que la lengua puede ser como un fuego que causa mucho daño cuando se sale de control.
Adrián cruzó los brazos.
—A veces las palabras simplemente salen cuando me enojo. ¿Cómo se supone que puedo evitar que el huevo se rompa?
Su madre llevó la cáscara del huevo al balde de los desechos orgánicos y la arrojó allí.
—Dios nos da un Ayudador a los creyentes, el Espíritu Santo. Por medio de Él tenemos el poder para hacer cosas difíciles, como controlar nuestra lengua. Podemos confiar en el Espíritu Santo para que nos ayude cuando nos cuesta amara a los demás.
Los niños se miraron el uno al otro por un minuto.
—Perdóname por lo que te dije —balbuceó al fin Sergio.
—Perdóname a mí también —expresó Adrián.
—Ese es un excelente comienzo —aseguró mamá—. Voy a orar para que Dios nos ayude a todos a amarnos como Jesús nos ama. Ahora, ¿quién quiere comer huevos revueltos?
DEAN A. FOWLER
PIENSA ANTES DE HABLAR
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 4:29
NO SALGA DE LA BOCA DE USTEDES NINGUNA PALABRA MALA, SINO SOLO LA QUE SEA BUENA PARA EDIFICACIÓN.
¿Tienes cuidado de las palabras que dices o a veces salen de tu boca antes que las pienses? Es bueno que pidas perdón cuando eso pasa, pero esto no deshace completamente el daño que pudieron haber causado esas palabras. Por esa razón es importante que confíes en Dios para que te ayude a hablar de una manera bondadosa y amorosa. Él te ayudará a controlar lo que digas, para que tus palabras reflejen el amor de Jesús.
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