Orando debajo de la mesa

El día de ir a la biblioteca era el favorito de la semana escolar de Corina.  Cuando la señora Velasco dejó en libertad a los niños del tercer grado para que buscaran libros, Corina y su mejor amigo, Tomás, fueron corriendo a la sección de misterio.

“El mes pasado leí este”, comentó Tomás.  “¿Lo quieres?”

“Claro.  Lo pondré con mis libros”.  Corina se estiró para tomar el libro, pero retiró su mano de un tirón cuando sonó la alarma de la escuela.  ¡Había un simulacro de tornado!

La voz de la señora Velasco se oía por encima del pitido de la alarma.  “Ya saben qué hacer.  Busquen un lugar bajo una mesa”.  Corina gateó bajo una mesa con Tomás y Rebeca, una niña que era nueva en la escuela. 

“Este es mi primer simulacro para tornado”. Susurró Rebeca con voz temblorosa.  “¿Cuánto tiempo tenemos que quedarnos debajo de estas mesas?”

“No por mucho tiempo”, aseguró Tomás.  “Unos pocos minutos”.

“Está bien”.  Rebeca se acomodó, cruzando las piernas bajo la mesa de madera, y bajó su cabeza.

Corina estaba acostumbrada a los simulacros para tornado.  Ella y Tomás y sabían lo que los estudiantes debían permanecer quietos y esperar que sonara la campana que indicara que todo estaba bien.  Entonces podrían regresar a la sección de misterio.

La niña dio golpecitos en sus zapatos con los pulgares.  En la biblioteca había silencio, pero…  ¿acaso oía la voz de Rebeca?  Corina no podía ver la cara de Rebeca, porque estaba oculta bajo su cabello castaño.  ¿Estaba hablando sola?  Miró a Tomás, arrugó las cejas y señaló donde estaba Rebeca.  El niño se encogió de hombros.

“No debemos hablar durante un simulacro”, le susurró Tomás a Rebeca.

“Estoy orando”, respondió la niña.  “Mi abuelita me enseñó a decir un versículo bíblico cada vez que ocurra algo que me dé miedo.  ‘El día en que temo, yo en Ti confío’.  Eso me ayuda a recordar que Jesús está conmigo”.  La niña juntó sus manos.

“Traten de permanecer en silencio”, indicó la señora Velasco.  Su voz sonaba un poco escalofriante en esa silenciosa biblioteca.  “En pocos minutos terminará el simulacro”.

Corina no pudo evitar mirar otra vez a Rebeca, cuyos labios seguían moviéndose en oración.  A pesar de que trataba de aparentar tranquilidad durante los simulacros de seguridad en la escuela, siempre se le revolvía el estómago y a veces le latía fuertemente el corazón, especialmente durante los simulacros de balaceras.  ¿Tal vez ayudaría orar a Dios?  Parecía que a Rebeca le ayudaba.  Corina deseó saber cómo orar.  Quizá podría platicar con Rebeca durante el almuerzo.

Sí, definitivamente tenía que preguntarle a Rebeca cómo orar.  SUSAN HOLT SIMPSON

ORA CUANDO TENGAS MIEDO

     VERSÍCULO CLAVE: SALMO 56:3

EL DÍA EN QUE TEMO, YO EN TI CONFÍO.

¿Qué haces cuando sucede algo que realmente te asusta?  Jesús promete que nunca dejará a los que confían en Él.  Jesús murió para salvarnos y podemos confiar en que Él cuidará de nosotros.  Esa es la razón por la que Rebeca oraba cuando tenía miedo: sabía que podía confiar en Jesús, ¡y tú también puedes confiar en Él!  La próxima vez que te ocurra algo que te dé miedo, trata de orar como Rebeca y recuerda que Jesús está contigo.

Clave de Hoy
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