No se necesitan zapatos

—¿El abuelito está usando zapatos? —preguntó Noelia, de seis años. Su madre le dio palmaditas en el brazo y siguió hablando. La funeraria estaba llena de personas que conversaban en voz baja. El salón estaba inundado por el olor de las flores. Noelia se paró junto a su madre, que estaba saludando a las personas que habían llegado para darles el pésame. El bisabuelo de la niña yacía en su ataúd, una caja larga forrada de terciopelo, con los ojos cerrados y sus manos entrecruzadas. Se veía como si estuviera durmiendo, pero de cierto modo no se veía como el hombre bondadoso que Noelia conocía. Ella se sentía rara y fuera de lugar.

Noelia sintió una mano en su hombro.

—Ven, chiquita. Te voy a llevar a casa —le dijo su padre.

La niña trató de sonreír, pero le temblaban los labios.

—¿El abuelito está usando zapatos? —preguntó otra vez.

—No, hijita, ya no los necesita —contestó papá.

—Pero, papi —protestó Noelia—, ¿cómo podrá caminar en el cielo? Él siempre se pone primero los zapatos cuando quiere salir a caminar.

Su padre sonrió, pero no respondió la pregunta enseguida.

—Hija, ¿recuerdas cuando me ayudaste a sembrar zanahorias en el huerto la primavera pasada? —preguntó después de un momento. Noelia asintió—. Cada semilla que sembramos tenía una nueva vida por dentro que no podía crecer hasta que la semilla muriera —explicó papá—. Las zanahorias crecieron y la cascarilla de la semilla muerta quedó en la tierra. Eso se parece a lo que pasó con tu bisabuelito. Él era cristiano, y cuando murió, dejó su cuerpo aquí con sus zapatos y su ropa, así como la cascarilla de la vieja semilla. Su espíritu se fue a estar con Jesús en el cielo. Y algún día pasará algo realmente especial. Cuando Jesús regrese, Dios resucitará el cuerpo de tu abuelito y lo hará nuevo y perfecto.

Noelia se quedó pensando en esto.

—Entonces, ¿el abuelito tampoco necesita su bastón en el cielo?

Papá negó con la cabeza.

—No, y nunca más lo volverá a necesitar. Cuando Dios resucite a tu bisabuelito de entre los muertos, su cuerpo será perfecto y él nunca envejecerá ni enfermará. Hasta entonces, Jesús cuidará bien de él.

Noelia se sintió mejor mientras veía el ataúd donde descansaba el cuerpo de su bisabuelo.

—Me alegra que esté con Jesús —fue lo único que dijo.

CAROL J. BROOKMAN

LOS CRISTIANOS TENDRÁN CUERPOS NUEVOS

VERSÍCULO CLAVE: ISAÍAS 25:8 (NTV)

¡ÉL DEVORARÁ A LA MUERTE PARA SIEMPRE! EL SEÑOR SOBERANO SECARÁ TODAS LAS LÁGRIMAS.

¿Has visitado una funeraria cuando uno de tus seres queridos murió? ¿Eso te causó un sentimiento extraño? ¿Te puso triste? La muerte es difícil de entender, pero nos ayuda recordar que la muerte no es el fin para quienes conocen a Jesús como su Salvador. Para un cristiano, su alma se va al cielo para estar con Jesús. Y cuando regrese, esa persona recibirá un nuevo cuerpo perfecto, y Dios pondrá fin a las lágrimas, las enfermedades y la muerte para siempre.

Clave de Hoy
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