No más astillas

—¡Ay! —se quejó Cortez cuando saltó del columpio. La madera le dejó una astilla en su dedo.

El niño encontró a su mamá en la cocina.

—Ya iba a salir a buscarte —comentó—. Me acaban de informar que has estado acosando a Humberto Zamora, poniéndole apodos e insultándolo. ¿Es verdad?

—Yo… eh… Edgardo y Santiago empezaron —murmuró Cortez, con su dedo levantado—. Mira, mamá. Se me metió una astilla en el columpio. ¡Me duele!

—Será mejor que saquemos esa astilla —su madre tomó unas pinzas—. ¿No crees que la herida que le causaste a Humberto duele mucho más que tu dedo? —le preguntó mientras trataba de sacar la astilla con mucha delicadeza.

—Solo le hice unas bromitas, ¡no le hice daño! —objetó Cortez.

—Sí, le hiciste daño —aseguró su madre—. Tus palabras y acciones lo hirieron. Es como si le hubieras dejado un tipo diferente de astilla.

Mamá tuvo éxito en quitar el diminuto pedazo de madera del dedo de su hijo. Ella lo sostuvo en alto, feliz por su triunfo.

—¡Qué bien! ¡Gracias! —expresó Cortez, que se levantó para salir.

—Espera un minuto —indicó su madre—. La madera astillosa de ese columpio necesita ser lijada para que nadie más se clave una astilla ahí. Tu papá y yo ya habíamos conversado antes sobre este problema contigo, y esta vez vamos a tener que lijar un poco tus acciones. Eso significa que perderás tu privilegio de ver televisión por algunos días.

—¡Pero, mamá! —Cortez bajó la cabeza—. Le voy a decir a Humberto que lo lamento. ¿No es suficiente?

—Eso ayudará mucho —afirmó su madre—. Pero a tu dedo no le sirvió de nada que lo lamentes, ¿o sí? Si el dedo se hubiera empezado a infectar, el dolor habría sido peor. Y si tus bromas comienzan a causar una infección en la mente de Humberto, su dolor será grande —mamá puso la mano en el hombro de su hijo—. Sé que no es bonito cuando te disciplinamos, pero lo hago porque te amo. La Biblia dice que Dios también disciplina a Sus hijos por amor. Él está obrando en nuestras vidas para hacernos más como Jesús y a veces eso requiere que Él nos corrija, para que pensemos en nuestras acciones y en cómo afectan a otros.

Cortez suspiró.

—Está bien —dijo en voz baja—. Sé cuánto duelen las astillas, así que definitivamente no quiero clavar astillas en ninguna otra persona.

HAZEL W. MARETT

DIOS DISCIPLINA A SUS HIJOS

VERSÍCULO CLAVE: HEBREOS 12:11 (NTV)

NINGUNA DISCIPLINA RESULTA AGRADABLE A LA HORA DE RECIBIRLA. AL CONTRARIO, ¡ES DOLOROSA! PERO DESPUÉS, PRODUCE LA APACIBLE COSECHA DE UNA VIDA RECTA PARA LOS QUE HAN SIDO ENTRENADOS POR ELLA.

¿Tienes áreas astillosas que hieren a otras personas? ¿Dices cosas que no son amables? ¿Te rehúsas a compartir? ¿Desprecias a otros? A lo mejor tus padres u otros adultos están trabajando para ayudarte a limar esas áreas astillosas. Aunque la disciplina no es bonita, recuerda que Dios muchas veces usa a tus padres y a otras personas para corregirnos. Él nos disciplina porque nos amas y, cuando el Señor obra en nuestras vidas, nos ayuda a demostrar a otros el amor de Jesús.

Clave de Hoy
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