No lo creo
Josué y su hermano, Aarón, halaban un vagón atestado de cajas de palomitas de maíz por la calle. “Vamos a ver”, dijo su mamá. Ella estuvo de acuerdo en ayudarlos a entregar los pedidos que había recibido. “Esta es la primera casa. La señora Martínez ordenó de caramelo”.
Josué tomó la caja y corrió a tocar el timbre. “Aquí están las palomitas que pidió”, indicó cuando la señora Martínez abrió la puerta.
“¡Grandioso!”, contestó ella. “Llegaron justo a tiempo para el cumpleaños de mi esposo”.
Los niños fueron recibidos con muchas sonrisas cálidas mientras seguían repartiendo sus ventas. “Entregar palomitas de maíz es mucho más divertido que venderlas”, comentó Aarón cuando llegaron a la última dirección de su lista.
Ambos niños corrieron a la puerta y Josué tocó el timbre. Oyeron ladrar a un perro en la casa, y luego una voz amortiguada gritó: “¿Quién es?”
Aarón respondió: “Estamos aquí para entregarle sus palomitas de maíz”.
La puerta se entreabrió y una anciana se asomó. “No quiero nada”, afirmó.
Josué levantó la caja de palomitas. “Esto es para usted. Ya está pagado”.
“No lo creo”, balbuceó la anciana y cerró la puerta. Los niños se quedaron mirando, sorprendidos.
“¡No se llevó sus palomitas!”, exclamó Aarón. “¡No nos creyó!”
“¡Qué mal!”, expresó su madre, mirando la lista. “El nombre que está aquí es el del señor Domínguez. Quizá ordenó las palomitas como un regalo para su esposa. Cuando lleguemos a casa, lo llamaremos y arreglaremos este asunto”.
Mientras caminaban a la casa, mamá se quedó meditativa. “¿Podrían pensar en otro regalo que ya está pagado, pero a veces es rechazado?”
“¿Otro regalo? ¿Cuál podría ser?”, preguntó Aarón.
“La salvación”, contestó su madre. “Ya está pagada, pero nosotros no pagamos el precio. Jesús pagó por nuestra salvación cuando murió en la cruz por nuestros pecados. Simplemente debemos recibir ese regalo”.
Josué levantó una ceja, pensativo. “Entonces, así como esa señora no desea palomitas porque no nos creyó, algunas personas no tendrán la salvación, a pesar de que ya está pagada, porque no creen en Dios”.
“Correcto”, aseguró mamá. “Debemos creer y aceptar el regalo de la salvación que Jesús nos ofrece”. – ESTHER M. O’GRADY
CREE EN DIOS Y ACEPTA SU REGALO
VERSÍCULO CLAVE: EFESIOS 2:8
POR GRACIA USTEDES HAN SIDO SALVADOS POR MEDIO DE LA FE, Y ESTO NO PROCEDE DE USTEDES, SINO QUE ES DON DE DIOS.
¿Has recibido el regalo de Dios de la salvación? ¿O has dicho “no lo creo” cuando oíste que Jesús murió por ti? Él pagó el precio de tu pecado, para que puedas tener la salvación y vida eterna. ¡Créelo! No rechaces Su regalo de la salvación. Acéptalo hoy. (Haz clic aquí para que conozcas las Buenas Nuevas que Dios tiene para ti).
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