Montañas rusas
Silas sonreía mientras él y su hermana esperaban en la fila para subirse por primera vez en la nueva montaña rusa Thrillinator. “Antes que te des cuenta, estaremos zumbando a toda velocidad por esos rieles de metal, de arriba abajo y por todos lados”, exclamó Silas. “¡Ya quiero que llegue el momento!”
“¡Yo no!”, respondió Imelda. “¡Me cuesta creer que te gusten estas cosas! Esa máquina nos arrojará a velocidades sumamente peligrosas por giros y caídas desquiciadas. ¡No sé en qué estaba pensando cuando acepté subirme en esta cosa contigo!”
Silas rio. “Yo sí sé en qué estabas pensando. Querías el pastel que prometí comprarte por venir en la montaña rusa conmigo”. El niño había acordado darle el pastel porque siempre se sentía raro subirse solo en una montaña rusa. “Además”, agregó, “las montañas rusas nos enseñan una lección importante. ¿Recuerdas con qué las compara papá?”
“Claro”, afirmó Imelda. “Papá dice que la vida se parece a una montaña rusa, llena de altibajos”. La niña negó con la cabeza. “Me parece que últimamente nuestra familia ha estado pasando por muchos bajos. La tía Susana falleció, mamá ha estado enferma y nuestro perro se perdió”. Ella frunció el ceño. “Como dije, en realidad no me gustan las montañas rusas”.
“Bueno, no te olvides de todo lo que nos dijo papá”, comentó Silas, sonriendo el momento en que el Thrillinator se detuvo. Era su turno de subir. “Papá nos explicó que las montañas rusas fueron diseñadas cuidadosamente para que sean seguras y, ya que Jesús nos ha salvado y nos ha dado vida eterna, nuestras vidas también están seguras”.
Imelda asintió mientras ambos caminaban para subirse al carrito que los aguardaba. “Ya lo recuerdo”, contestó. “Dijo que estamos en las manos del Gran Diseñador, de nuestro Dios amoroso que sabe lo que es mejor y nos ayuda a enfrentar todos los altibajos que tenemos por delante”.
“Exactamente”, expresó Silas. “Y nunca nos subimos solos en esa montaña rusa. Jesús está junto a nosotros en todos los altibajos de la vida”.
Imelda chilló cuando la montaña rusa de repente arrancó con un tirón. Estaban a punto de empezar a correr por los giros en espiral y pasar a toda velocidad por bajadas empinadas. “No lo olvides… es segura”, le gritó Silas a su hermana. El niño sonrió porque sabía que tampoco tenía que temer nada en la vida. — MIKE A. DIZE
CONFÍA EN DIOS EN LOS ALTIBAJOS DE LA VIDA
VERSÍCULO CLAVE: JOB 23:10
PERO ÉL SABE EL CAMINO QUE TOMO; CUANDO ME HAYA PROBADO, SALDRÉ COMO EL ORO.
¿Te asusta pensar en el futuro? Quizá alguien en tu familia esté enfermo o la escuela se esté volviendo muy difícil. No puedes saber lo que sucederá en tu vida, pero puedes confiar en que Jesús cuidará de ti mientras avanzas en tu camino. Aunque enfrentes giros inesperados y aterradores, Dios está junto a ti. Estás a salvo con Él.
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