Melisa, la malhumorada

El hermano de Melisa, Jasón, entró a la cocina con el ceño fruncido.

—¡Acabo de encontrarme con un oso furioso! —le contó a madre mientras se servía un poco de cereal—. Melisa en verdad está de mal humor —en ese momento alguien tocó la puerta—. Es para el oso —balbuceó Jasón al ver a una de las amigas de Melisa por la ventana. Él gritó para llamar a su hermana.

Melisa salió de su habitación y le hizo mala cara.

—¡Hola, Clara! —saludó con una sonrisa.

Después que Melisa y Clara se fueron a la escuela, Jasón sacudió su cabeza.

—¿Cómo puede estar de tan mal humor un minuto y tan feliz al siguiente? ¡Es tan variable!

Unos días después, Melisa tarareaba feliz mientras ayudaba a su padre a preparar la parrilla para hacer hamburguesas. Pero cuando su hermanita menor quiso ayudar, Melisa se enojó y le dijo que se fuera. Después revisó la parrilla.

—El fuego se apagó —dijo antes de recoger el líquido para encender el fuego—. Voy a echar un poco de esta cosa en los carbones.

—¡No! —gritó su padre, pero fue demasiado tarde. Melisa ya había volteado la lata encima de los carbones. Inmediatamente, las llamas se elevaron.

—¡Oh! —exclamó Melisa, dando un salto para atrás.

Papá la sostuvo.

—¿Estás bien, hija?

Ella asintió nerviosamente.

—¡No me esperaba eso! ¡El fuego se había apagado!

—¿Sabes, hijita? —comentó papá mientras volteaba las hamburguesas, unos minutos más tarde—, estos carbones encendidos me recuerdan de la actitud que has tenido últimamente. Estás calmada un minuto y explotas con las personas al siguiente.

Melisa se puso roja como un tomate.

—¿Yo? ¿De verdad?

Su padre asintió.

—Y la persona con la que estallas no lo espera. Del mismo modo que saltaste para alejarte de ese fuego, tu mal humor hace que las personas quieran evitarte.

—Oh —Melisa suspiró—. Entonces, ¿qué debo hacer?

—Bueno, primero debes recordar que Jesús te ha dado el Espíritu Santo para que puedas responder a los demás con amor. Confía en que Él te ayudará a tener un carácter más tranquilo. Después piensa en si hay algo que de lo que deberías hablar con alguien. A veces, cuando algo nos molesta, puede hacer que tengamos cambios de humor. Tu mamá y yo siempre estamos aquí para ayudarte, al igual que los consejeros de tu escuela. Y también puedes hablar de eso con Jesús.

Melisa asintió.

—Está bien, papá —ella le mostró una pequeña sonrisa—. Lo haré.

SARA L. NELSON

APRENDE A TENER AUTOCONTROL

VERSÍCULO CLAVE: PROVERBIOS 29:11

EL NECIO DA RIENDA SUELTA A SU IRA, PERO EL SABIO LA REPRIME.

¿Tienes cambios de humor? ¿Estás feliz un minuto y enojado al siguiente? Todos nos sentimos tristes, molestos o desanimados a veces, pero los cambios de humor continuos pueden ser un síntoma de un problema más profundo. Habla con Jesús sobre eso y confía en que Él te ayudará a controlar tu humor y a compartir Su amor y Su gozo con los demás. No tengas miedo de buscar la ayuda de un adulto de confianza si tus sentimientos te abruman.

Clave de Hoy
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